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viernes, 18 de julio de 2014

LXXVIII ANIVERSARIO DEL GLORIOSO ALZAMIENTO NACIONAL



«Cara al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.
Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán.
Si te dicen que caí,
me fui al puesto que tengo allí.

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas:
las flechas de mi haz.

Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.

Arriba escuadras a vencer
que en España empieza a amanecer».



martes, 19 de noviembre de 2013

20-N:JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, ¡¡PRESENTE!!


José Antonio era alto, guapo, moreno y con la mirada profunda que le confería el ser un jurista de primera calidad, condición aplicable a su carácter como persona. Ciertamente, pertenecía a eso que llamamos aristocracia. Pero jamás fue un aristócrata altivo y clasista. Fue un aristócrata sencillo, un aristócrata “popular”, entendiendo el término como un hombre rico que se preocupaba por las clases populares. En vez de dedicarse a derrochar su fortuna en orgiásticas experiencias o en holgazanear, decidió dedicarse por entero a España y a los españoles. En ello invirtió largas y pesadas horas, comiéndose la cabeza para encontrar la fórmula secreta que sedujera a esas clases españolas, proletariado, burguesía y aristocracia, en las que él depositaba las esperanzas para construir la España una, grande y libre que figuraba en la cosmovisión falangista.

En el preciso momento en que José Antonio miraba su reloj eran las tres de la madrugada del 20 de noviembre de 1936. En breves horas sería ejecutado. El sueño de ver a su amada España en lo más alto de la posición mundial se iba a desvanecer. Quizá algún día, allá desde el Cielo, podría ver resurgir a España. ¡Quién podía saberlo! Las fuerzas nacionales habían fracasado en Alicante, maldecía. ¿Por qué tenía que morir? Bueno, pensaba tras la dubitación, era muy lógico que, habiendo sido asesinados millares de falangistas y de derechistas durante el decurso de la guerra e incluso antes, cayera ahora él, que era el máximo dirigente de la fuerza nacional más importante: Falange.

Tomó la Biblia que había en la mesa de su celda, y abrió por una página al azar. Leyó: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo” Hojeó más allá, y se encontró con la sentencia: “Padre, aparta de mí este cáliz”. José Antonio, que se había mostrado muy entero en la defensa que hizo de sí mismo y de su hermano, no pudo evitar que una lágrima empezara a recorrer su mejilla, y exclamó un poco en voz alta: “Señor, el fin para mí está cerca. Aparta de mí este cáliz. Por favor, no me abandones”. Se tumbó en la cama y comenzó a escribir en una arrugada hoja de papel: “Esto toca a su fin. En unas horas estaré ya junto a Dios y su Juicio. Los ángeles con espadas estarán esperando mi llegada. Me voy sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero no espero que nadie incurra en dramatizaciones inútiles de mi muerte. Ahora mismo están luchando por los campos de España miles de falangistas dispuestos a dar su sangre por la España en la que creen y a la que yo les acerqué. Es normal, por lo tanto, que yo, que soy el líder de esos muchachos de corazón ardiente, dé mi sangre por esa España que yo traté de alcanzar en vida. Espero que las escuadras enteras de falangistas que añoran la España inmortal sirvan a su nuevo jefe, el general Francisco Franco, como lo hicieron conmigo. Mi muerte no debe significar el fin de nuestra lucha, pues mientras haya un solo falangista en España, nuestro ideal seguirá vivo y en pie. Tengo a mi lado un crucifijo que espero me ayude a superar el miedo que ahora me atenaza el corazón. Sé que habrá muchos camaradas, muchos amigos, muchos familiares que llorarán mi pérdida, pero sólo puedo decirles que no se preocupen, que en unos años (espero que muchos, porque ellos aún son útiles en el servicio de la Patria) nos veremos allá arriba, en comunión con el Altísimo que todo lo puede. Confío en que esta guerra, tan dolorosa, sirva para expulsar por fin del interior de España a los diablos marxistas y liberales, que son quienes nos han llevado a esta situación. Un abrazo para todos aquellos que pusieron su fe ciega en mí y hasta siempre, José Antonio”.

Ya eran las 5 y media. José Antonio sacó una foto de sus padres que tenía guardada en la maleta, y besándola con cariño, dijo en voz muy baja: “En breve nos veremos, papá. Por fin podré darte un beso, mamá. No sabes lo que he sufrido por tu ausencia”.

A continuación, guardó la foto y sacó una serie de cartas, que iban dirigidas a sus familiares y amigos. Las dejó sobre la mesa y las releyó despacio. Las volvió a guardar y las acompañó con una nota que ponía: “Dar a sus destinatarios”. Se peinó el poco pelo que aún perduraba en su cabeza, y volvió a recostarse sobre la cama. Rezó en silencio, en una oración que se prolongó una eternidad. Sabía que era la última vez que hablaría con Dios antes de verle. La hora había llegado.

La voz del carcelero retumbó por el pasillo donde se apiñaban las celdas:

José Antonio Primo de Rivera, vístase. Es la hora.

José Antonio se puso, en un silencio conmovedor, las zapatillas, y se echó uno de sus preciosos abrigos por encima. El carcelero, impaciente por llevar a cabo la ejecución y poder así echarse a dormir, le espetó:

Vamos, coño, que es para hoy.

La voz de José Antonio sonó serena para decir:

Como sólo se muere una vez, hay que morir con dignidad.

Una vez que se hubo vestido, José Antonio fue conducido ante la presencia de su hermano Miguel. José Antonio, con un brillo chispeante en sus ojos saltones, dijo:

Hola, Miguel.

Hola, Jose. Bueno, creo que ha llegado la hora de despedirnos.—le respondió con voz temblorosa Miguel.

Sí, creo que sí. Os quiero mucho a todos, Miguel. Cuando salgas de aquí, dale un abrazo muy fuerte a todos nuestros hermanos y un beso a la tía Ma.

Se lo daré de tu parte. Te quiero mucho, hermano—dijo Miguel con unas lágrimas aflorando en su rostro.

Help me die with dignity—susurró José Antonio con su persistente brillo en los ojos y una tenue flacidez en el semblante.

José Antonio, ruega por nosotros.

La voz bronca del carcelero interrumpió a los dos hermanos: “Vamos, deprisa, ya es hora”

José Antonio, que en ese momento estaba abrazándose postreramente a su hermano, fue cogido por la espalda por el carcelero y otro colega. Cuando se lo llevaban, espetó:

Miguel, España no se rendirá. ¡¡Arriba España!!

¡¡Arriba España siempre, José Antonio!!—respondió Miguel conmocionado.

José Antonio, en el pasillo, no pudo reprimirse, y con serenidad, les dijo a los guardianes una frase que ya había pronunciado en uno de sus juicios:

¡Qué equivocados estáis! Vais a fusilarme a mí, que venía en vuestro amparo.

Llegaron al patio de la cárcel. Se oían ruidos de pistolas y de granadas, olía a pólvora. José Antonio fue llevado junto a cinco personas más, tres falangistas y dos carlistas, a un rincón de la prisión. Los jóvenes falangistas quedaron impresionados al ver a su líder, allí, con su imponente abrigo, sereno, incluso con un ademán sonriente en el rostro al ver allí a sus muchachos. José Antonio, en última instancia, dijo a aquellos que se disponían a llevárselo para siempre:

Yo no soy vuestro enemigo. Yo soy vuestra ayuda. No tenéis que fusilarme a mí, sino a vuestros jefes. Ellos no hacen nada por vosotros. Son sólo embusteros.

Los miembros del pelotón de fusilamiento hicieron caso omiso de las palabras de José Antonio. Éste, consciente de que era inútil cualquier intento de avenirse a razones con aquellos, les espetó:

¿Son ustedes buenos tiradores?

Los otros contestaron afirmativamente. José Antonio, cuyo abrigo le había pedido el carcelero como regalo, tomó su abrigo y lo arrojó con fuerza hacia el carcelero. A continuación, apretó con fuerza el crucifijo que llevaba en su mano izquierda. La descarga de los doce miembros del pelotón, seis anarquistas de la FAI y seis comunistas, sonó atronadora. José Antonio, en trance de muerte, exclamó antes de caer al suelo fulminado por las balas, con el brazo derecho en alto:

¡¡¡Arriba España!!!

Todo había terminado. José Antonio yacía ensangrentado en el suelo. Su corazón español había sido fulminado por la acción asesina de las balas. Uno de los cerebros más privilegiados de Europa, en palabras de don Miguel de Unamuno, había muerto. Pero su asesinato no fue en vano. Su generosa sangre regó los destinos de España durante los cuarenta años siguientes, un periodo en el que España volvió a ser Una, Grande y Libre.





























































martes, 1 de octubre de 2013

1º de Octubre, Día del Caudillo

 


FRANCISCO FRANCO

Caudillo de la nueva Reconquista,
Señor de España, que en su fe renace,
sabe vencer y sonreír, y hace
campo de pan la tierra de conquista.

Sabe vencer y sonreír… Su ingenio
militar campa en la guerrera gloria
seguro y firme. Y, para hacer Historia,
Dios quiso darle mucho más: el genio.

Inspira fe y amor. Doquiera llega
el prestigio triunfal que lo acompaña,
mientras la Patria ante su impulso crece,

para un mañana que el ayer no niega,
para una España más y más España,
¡la sonrisa de Franco resplandece!

Manuel Machado

jueves, 5 de septiembre de 2013

EL FUERO DE LOS ESPAÑOLES

cara al sol 8




FUERO DE LOS ESPAÑOLES
de 17 de julio de 1945, modificado por la Ley Orgánica del Estado de 10 de enero de
1967(aprobado por Decreto 779/1967, de 20 de abril. BOE nº 95 de 21 de abril).
FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE, CAUDILLO DE ESPAÑA, JEFE DEL ESTADO Y
GENERALÍSIMO DE LOS EJÉRCITOS DE LA NACIÓN:


Por cuanto las Cortes Españolas, como órgano superior de participación del pueblo en las tareas del Estado, según la Ley de su creación, han elaborado el Fuero de los Españoles, texto fundamental definidor de los derechos y deberes de los mismos y amparador de sus garantías; y teniendo en cuenta, al igual que ocurre en el Fuero del Trabajo, que sus líneas maestras acreditan el valor permanente del ideario que las inspira y gran número de sus declaraciones y preceptos constituyen un fiel anticipo de la doctrina social­católica, recientemente puesta al día por el Concilio Vaticano II y finalmente, dada la modificación introducida en su Artículo 6 por la Ley Orgánica del Estado, aprobada previo referéndum de la Nación, a los efectos de adecuar su texto a la Declaración Conciliar sobre la libertad religiosa, promulgada el 1 de diciembre del año 1965, que exige el reconocimiento explícito de este derecho, en consonancia, además, con el segundo de los Principios Fundamentales del Movimiento, según el cual la Doctrina de la Iglesia habrá de inspirar nuestra legislación. Vengo en disponer lo siguiente:
Artículo único.­ Queda aprobado, con el carácter de Ley fundamental reguladora de sus derechos y deberes, el Fuero de los Españoles, que a continuación se inserta:

TÍTULO PRELIMINAR

Artículo 1.­ El Estado español proclama como principio recto de sus actos el respeto a la dignidad, la integridad y la libertad de la persona humana, reconociendo al hombre, en cuanto portador de valores eternos y miembros de una comunidad nacional, titular de deberes y derechos, cuyo ejercicio garantiza en orden al bien común.

TÍTULO I. DEBERES Y DERECHOS DE LOS ESPAÑOLES

CAPÍTULO I.
Artículo 2.­ Los españoles deben servicio fiel a la Patria, lealtad al Jefe del Estado y obediencia a las leyes.
Artículo 3.­ La Ley ampara por igual el derecho de todos los españoles, sin preferencia de clases ni acepción de personas.
Artículo 4.­ Los españoles tienen derecho al respeto de su honor personal y familiar.
Quien lo ultraje, cualquiera que fuese su condición, incurrirá en responsabilidad.
Artículo 5.­ Todos los españoles tienen derecho a recibir educación e instrucción y el deber de adquirirlas, bien en el seno de su familia o en centros privados o públicos, a su libre elección. El Estado velará para que ningún talento se malogre por falta de medios económicos.
Artículo 6.­ La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado español, gozará de la protección oficial.
El Estado asumirá la protección de la libertad religiosa, que será garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el orden público.
Artículo 7.­ Constituye título de honor para los españoles el servir a la Patria con las armas.
Todos los españoles están obligados a prestar este servicio cuando sean llamados con arreglo a la Ley.
Artículo 8.­ Por medio de leyes, y siempre con carácter general, podrán imponerse las prestaciones personales que exijan el interés de la Nación y las necesidades públicas.
Artículo 9.­ Los españoles contribuirán al sostenimiento de las cargas públicas según su capacidad económica. Nadie estará obligado a pagar tributos que no hayan sido establecidos con arreglo a ley votada en Cortes.
Artículo 10.­ Todos los españoles tienen derecho a participar en las funciones públicas de carácter representativo, a través de la familia, el municipio y el sindicato, sin perjuicio de otras representaciones que las leyes establezcan.
Artículo 11.­ Todos los españoles podrán desempeñar cargos y funciones públicas según su mérito y capacidad.
Artículo 12.­ Todo español podrá expresar libremente sus ideas mientras no atenten a los principios fundamentales del Estado.
Artículo 13.­ Dentro del territorio nacional, el Estado garantiza la libertad y el secreto de la correspondencia.
Artículo 14.­ Los españoles tienen derecho a fijar libremente su residencia dentro del territorio nacional.
Artículo 15.­ Nadie podrá entrar en el domicilio de un español ni efectuar registros en él sin su consentimiento, a no ser con mandato de la Autoridad competente y en los casos y en la forma que establezcan las Leyes.
Artículo 16.­ Los españoles podrán reunirse y asociarse libremente para fines lícitos y de acuerdo con lo establecido por las leyes. El Estado podrá crear y mantener las organizaciones que estime necesarias para el
cumplimiento de sus fines. Las normas fundacionales, que revestirán forma de ley, coordinarán el ejercicio de este derecho con el reconocido en el párrafo anterior. 
Artículo 17.­ Los españoles tienen derecho a la seguridad jurídica. Todos los órganos del Estado actuarán conforme a un orden jerárquico de normas preestablecidas, que no podrán arbitrariamente ser interpretadas ni alteradas.
Artículo 18.­ Ningún español podrá ser detenido sino en los casos y en la forma que prescriben las Leyes.
En el plazo de setenta y dos horas, todo detenido será puesto en libertad o entregado a la Autoridad judicial. 
Artículo 19.­ Nadie podrá ser condenado sino en virtud de Ley anterior al delito, mediante sentencia de Tribunal competente y previa audiencia y defensa del interesado.
Artículo 20.­ Ningún español podrá ser privado de su nacionalidad sino por delito de traición, definido en las Leyes penales, o por entrar al servicio de las armas o ejercer cargo público en país extranjero contra la prohibición expresa del Jefe del Estado.
Artículo 21.­ Los españoles podrán dirigir individualmente peticiones al Jefe del Estado, a las Cortes y a las Autoridades. Las Corporaciones, funcionarios públicos y miembros de las Fuerzas e Institutos armados sólo podrán ejercitar este derecho de acuerdo con las disposiciones por que se rijan.

CAPÍTULO II.

Artículo 22.­ El Estado reconoce y ampara a la familia como institución natural y fundamento de la sociedad, con derechos y deberes anteriores y superiores a toda ley humana positiva.El matrimonio será uno e indisoluble. El Estado protegerá especialmente a las familias numerosas.
Artículo 23.­ Los padres están obligados a alimentar, educar e instruir a sus hijos. El Estado suspenderá el ejercicio de la patria potestad o privará de ella a los que no la ejerzan dignamente, y transferirá la guarda y educación de los menores a quienes por Ley corresponda.

CAPÍTULO III.

Artículo 24.­ Todos los españoles tienen derecho al trabajo y el deber de ocuparse en alguna actividad socialmente útil.
Artículo 25.­ El trabajo, por su condición esencialmente humana, no puede ser relegado al concepto material de mercancía, ni ser objeto de transacción alguna incompatible con la dignidad personal del que lo presta. Constituye por sí atributo de honor y título suficiente para exigir tutela y asistencia del Estado.
Artículo 26.­ El Estado reconoce en la Empresa una comunidad de aportaciones de la técnica, la mano de obra y el capital en sus diversas formas, y proclama, por consecuencia, el derecho de estos elementos a participar en los beneficios. El Estado cuidará de que las relaciones entre ellos se mantengan dentro de la más estricta equidad y en una jerarquía que subordine los valores económicos a los de categoría humana, al interés de la Nación y a las exigencias del bien común.
Artículo 27.­ Todos los trabajadores serán amparados por el Estado en su derecho a una retribución justa y suficiente, cuando menos, para proporcionar a ellos y a sus familias el bienestar que les permita una vida moral y digna.
Artículo 28.­ El Estado español garantiza a los trabajadores la seguridad de amparo en el infortunio y les reconoce el derecho a la asistencia en los casos de vejez, muerte, enfermedad, maternidad, accidentes del trabajo, invalidez, paro forzoso y demás riesgos que pueden ser objeto de seguro social.
Artículo 29.­ El Estado mantendrá instituciones de asistencia y amparará y propulsará las creadas por la Iglesia, las Corporaciones y los particulares.
Artículo 30.­ La propiedad privada como medio natural para el cumplimiento de los fines individuales, familiares y sociales, es reconocida y amparada por el Estado.
Todas las formas de propiedad quedan subordinadas a las necesidades de la Nación y al bien común.
La riqueza no podrá permanecer inactiva, ser destruida indebidamente ni aplicada a fines ilícitos. 
Artículo 31.­ El Estado facilitará a todos los españoles el acceso a las formas de propiedad más íntimamente ligadas a la persona humana: hogar familiar, heredad, útiles de trabajo y bienes de uso cotidiano.
Artículo 32.­ En ningún caso se impondrá la pena de confiscación de bienes.
Nadie podrá ser expropiado sino por causa de utilidad pública o interés social, previa la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto en las Leyes.

TÍTULO II. DEL EJERCICIO Y GARANTÍA DE LOS DERECHOS

Artículo 33.­ El ejercicio de los derechos que se reconocen en este Fuero no podrá atentar a la unidad espiritual, nacional y social de España.
Artículo 34.­ Las Cortes votarán las Leyes necesarias para el ejercicio de los derechos reconocidos en este Fuero.
Artículo 35.­ La vigencia de los Artículos doce, trece, catorce, quince, dieciséis y dieciocho podrá ser temporalmente suspendida por el Gobierno total o parcialmente mediante Decreto­Ley, que taxativamente determine el alcance y duración de la medida.
Artículo 36.­ Toda violación que se cometiere contra cualquiera de los derechos proclamados en este Fuero será sancionada por las Leyes, las cuales determinarán las acciones que para su defensa y garantía podrán ser utilizadas ante las jurisdicciones en cada caso competentes.

Dada en El Pardo a diecisiete de julio de mil novecientos cuarenta y cinco.
FRANCISCO FRANCO 

miércoles, 31 de octubre de 2012

A 79 años del acto fundacional de La Comedia… José Antonio





Por Blas Piñar 


 Basta decir su nombre para saber que se trata de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia. No hacen falta los apellidos. Esto es así, sin duda, porque José Antonio identifica, con este nombre, a un personaje excepcional, a una figura clave de la historia española contemporánea. De él hay que resaltar lo que en su biografía política es más importante, aquello que, por ejemplar, tiene magisterio para el día de hoy, tanto entre nosotros como más allá de nuestras fronteras. El protagonista aparece en el escenario de un teatro madrileño. En “La Comedia” pronunció el discurso fundacional de la Falange. Fue el 29 de octubre de 1933. Yo era un chaval de 13 años. Vivía en Toledo. En aquel entonces no eran muchas las familias con aparatos de radio en sus casas. Nosotros no lo teníamos, pero supe que podría escuchar ese discurso en la de un matrimonio amigo de mis padres. Vencí todo respeto humano y me fui a ver a esos amigos y a rogarles que conectaran con la emisora. No he podido olvidarlo. Antes de que hablase José Antonio, el ambiente en el local, lleno hasta desbordarse, contagiaba a través de las ondas. El locutor hablaba no sólo del lleno absoluto, sino del entusiasmo de quienes se habían congregado en el mismo, y hasta de unas octavillas de adhesión al acto, de jóvenes del Partido Nacionalista de Albiñana. Oí el discurso con un silencio emotivo. Me impresionó; mejor dicho, me conmovió, y me convenció José Antonio. Interpretaba, daba a conocer, decía en público, lo que yo, un adolescente entonces, pensaba y sentía, y que era, en síntesis, aquello que, sin saber exponerlo con gallardía, aprendí de mis padres y me enseñaron en el colegio. En el prólogo que tuve el honor de escribir para la sexta, séptima y octava edición del libro de Felipe Ximénez de Sandoval, José Antonio. Biografía apasionada, que editó Fuerza Nueva muchos años después de aquel acto, di una versión similar a la que acabo de exponer. En Toledo, y en el Cine Moderno, hubo un acto-presentación de la Falange el 24 de enero de 1935. Asistí. Alguien, siendo ya Notario de Madrid, me envió una foto, en la que yo entraba en el patio de butacas, donde, por cierto, no encontré lugar y tuve que subir al “gallinero”. Habló José Antonio, al que encontré triste, a la vez que brillante. Brillante porque había un público que le vitoreaba y aplaudía, y era lógico que lo agradeciese; y triste porque quien le había precedido en el uso de la palabra no estuvo muy acertado. Por la tarde se celebró un partido de fútbol, que presencié, entre un grupo de falangistas madrileños y otro de falangistas toledanos. No tuve ocasión -era un chiquillo- de conversar, ni siquiera de dar la mano a José Antonio. Hay que situar a José Antonio en su tiempo, es decir en los años posteriores al término de la Primera Guerra Mundial, la de 1914 a 1918. Los cimientos de Europa se estremecían profundamente y la revolución rusa, con la implantación de un régimen comunista que proyectaba el marxismo a las naciones del continente, produjo, como lógica respuesta, el nacimiento y la llegada al poder de partidos políticos que se oponían con valor al desmantelamiento de las mismas. Estos movimientos políticos se acostumbra a denominarlos “fascistas”, con ánimo despectivo, y, en general, se entiende que así lo son por significarse políticamente usando las camisas de color (negras, pardas, verdes, azules, doradas). Sobre ambas cosas quiero pronunciarme, para perfilar la figura de José Antonio y de su partido. ¿Fue José Antonio fascista? Mi respuesta, “Sí y No”, puede sorprender, pero el que sorprenda no equivale a decir que sea desacertada. Prescindiendo de lo que la palabra fascista tenga de despectivo, el “Sí” corresponde a una generalización gramatical del fascismo italiano, que abarca y comprende a los partidos políticos antimarxistas y no capitalistas, a que antes hicimos referencia. Pues bien, lo que tenían en común el fascismo italiano y los grupos políticos a los que así se les califica no era su filosofía política esencial, que era distinta, sino el hecho de pretender y esforzarse en reencontrar las propias raíces nacionales, su identidad histórica; y en última instancia los valores básicos de la civilización occidental. La calificación de fascismo y de fascista tiene su origen en la propaganda dirigida por Moscú, que arrojó con desprecio una y otra palabra a quienes no militan en la izquierda, e incluso a los que militando en ella, como ocurrió con el POUM, o la FAI, en nuestra guerra, no apoyaban al comunismo “ortodoxo” de la URSS. La comparecencia, y al unísono, de los movimientos políticos nacionales, hizo que aquellos que alcanzaron el poder en sus países influyeran en los que trataban de conseguirlo. Pero una cosa es ser fascista y otra reconocer la influencia del fascismo. Una cosa es llevar una camisa de un color determinado y otra que el que la lleva sea un fascista. Probablemente es el color de la camisa el que pone de manifiesto su contextura política. De aquí que la respuesta “Sí y No” no sea contradictoria. José Antonio y la Falange fueron fascistas, si con esta denominación se engloba a los movimientos políticos nacionales surgidos después de finalizar la guerra de 1914 a 1918. Pero ni José Antonio ni la Falange fueron una sucursal española del fascismo italiano. Tampoco, ni mucho menos, fue José Antonio un discípulo aventajado de Adolfo Hitler. Si el nacional-socialismo hizo de la raza el pedestal supremo del nacionalsocialismo; si el fascio nació y creció al servicio del lema “todo en el Estado”, si incluso -aunque desde un planteamiento diferente- el Partido Comunista lo hizo en la clase obrera, José Antonio, que fundó un movimiento nacional-sindicalista, reconoció la importancia de los cuerpos intermedios, y proclamó que, políticamente, el hombre ha de ser considerado ante todo como un ser portador de valores eternos. El hombre como un ser portador de valores eternos Más cerca estuvo el fundador de la Falange del rexismo belga de León Degrèlle, y de la Guardia de Hierro o Legión de San Miguel Arcángel (pues con ambos nombres fue conocido), que fundó en Rumanía Cornelio Zelea Codreanu. En ellos, como en José Antonio, está vivo el propósito de aproximar en la medida de lo posible la Ciudad del hombre a la Civitas Dei.Esta vinculación del hombre portador de valores eternos a la “polis” la puso de manifiesto José Antonio de un modo admirable al configurar al falangista, no como un militante de los partidos políticos de la democracia inorgánica, al que se entrega un carnet, y que paga una cuota mensual, que participa en unas elecciones, como elector o elegible, sino como persona que se juega en esta vida su futuro eterno. José Antonio quería un militante sui generis; mitad monje y mitad soldado; no para dividirlo, como le han criticado algunos, sino para completarlo interiormente y fortalecerlo. Para José Antonio, ser monje es tanto como ser un soldado de Cristo, y ser soldado dispuesto a dar la existencia por la esencia. Si a la imputación despectiva de fascismo se acompaña, de ordinario, la de extrema derecha, conviene que no olvidemos esta palabra, que se pronuncia o escribe como un insulto, porque José Antonio, como quienes comulgamos con su doctrina, ni siquiera fue de derechas, que es una forma de ser liberal; José Antonio, que detestó el liberalismo -tal y como lo hicieron en repetidas ocasiones los romanos Pontífices- superó el binomio derecha-izquierda de la Revolución Francesa, invocando como valores fraternos lo nacional y lo social, bajo el signo religioso. La sociedad que contemplaba José Antonio no puede, ni debe, concebirse como una cuerda de cuyos extremos tiran dos grupos antagónicos, y que acaban rompiéndola, sino una sola cuerda de la que todos, a la vez, tiran en un solo sentido, sumando fuerzas. Esa es la razón del combate por la Patria, el Pan y la Justicia. Por eso, los Sindicatos verticales deben sustituir a los que no lo son, a los que estimulan la lucha de clases y el enfrentamiento de patronos y obreros, y producen el paro y el cierre de las empresas.  España, unidad de destino en lo universal Su definición de la Patria española como unidad de destino en lo universal revela el modelo de la unidad del hombre, y comprende dos cosas: de una parte, que la unidad de lo diverso se hace a imagen y semejanza del único Dios omnipotente y trinitario porque lo es en tres Personas consustanciales, distintas, y de otra, que el respeto y el amor a la unidad de lo diverso enriquece y fortalece a la Patria. Así lo ha demostrado nuestra historia. Esta concepción de la Patria exige una política exterior determinada, que sólo existe cuando es resultado de una política interior. Aquélla es el fruto lógico de ésta, como el semblante lo es de la salud. Por eso, la doctrina joseantoniana se pronunció contra el separatismo que mutila o fragmenta a la Patria, así como contra el propósito de deshacerla espiritualmente, al perder su identidad, ya que ella forma parte de la diversidad interna, que no la divide territorialmente, y no debilita el espíritu de la nación. ¿Monárquico o republicano? Otro tema sobre el que estimo que es necesario prestar atención, pues se presenta confuso, o prejuzgado, es el de Monarquía o República. ¿Era José Antonio monárquico? ¿Era republicano? Es cierto que estimaba que el 14 de abril de 1931 había fallecido la Monarquía, pero también es verdad que monarquía no es lo mismo que régimen monárquico. La prueba es que el yugo y las flechas, las de un régimen monárquico, fueron escudo e insignia de su movimiento político. El tema a estudiar no es semántico, de dos palabras contrapuestas, sino del contenido político de las mismas, ni tampoco de llamar al jefe del Estado Rey o Presidente. Si es el contenido político lo que importa, hay que saber que hay monarquías absolutas, monarquías liberales, monarquías parlamentarias y monarquías que llamamos tradicionales. Igualmente hay repúblicas que se apellidan de manera similar. En uno y otro caso hay monarquías republicanas y repúblicas monárquicas. Hay monarquías de nombre y que son “repúblicas coronadas” como dijo de la nuestra, y con acierto, Manuel Fraga, o coronas sin monarquía, y hay repúblicas monárquicas que se encubren con el gorro frigio. De aquéllas son ejemplo las monarquías de los países del norte de Europa y de las segundas las repúblicas presidencialistas. Para entenderlo hay que contemplar dos Sistemas, el de la unidad del poder o el de la separación e independencia de tres poderes. Con este último lo que se pretende es que el poder único no se convierta en absoluto, despótico y tiránico. La Revolución francesa quiso sustituir el “Estado soy yo” de Luis XIV, por el triunvirato de tres poderes, a saber: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Esta independencia, para evitar el abuso, ha fracasado, y no pocas veces, una de ellas, en la España de hoy. El fracaso se debe a que esos poderes se enfrentan, y uno de ellos acaba adueñándose de los otros de tal forma que el judicial se politiza, o el ejecutivo se judicializa, o el legislativo se impone al ejecutivo y al judicial. Quienes han luchado para evitar el abuso del poder, fragmentándolo, ignoran, o han rechazado sin ignorarlo, que hay otro modo de evitar sus abusos. Tales limitaciones del poder proceden de arriba y de abajo, considerando, por lógica, que los llamados poderes no son otra cosa que funciones del mismo, ordenados al bien común y al servicio de la nación. Poder político, ley natural y bien común La limitación de arriba procede de la ley natural y de la moral objetiva, y por tanto, de los valores innegociables. La limitación por abajo procede de la soberanía social, que respeta y acepta aquéllos y no los quebranta. Nadie, creo yo, como Santo Tomás de Aquino, nos da noticia del mejor régimen político, que no es otro que aquél en el que se dan cita tres principios, a saber, el monárquico, el aristocrático y el democrático. El monárquico, es decir, como su nombre indica, la unidad del poder; el aristocrático, o sea del gobierno de los mejores; y el democrático, que se hace presente de forma participada en un referéndum o representado, a través de elecciones, para cubrir los escaños de las Cámaras o Cámaras legislativas. Falange y tradicionalismo Otro aspecto que conviene subrayar es el de la actitud de José Antonio con respecto a un entendimiento con otras fuerzas políticas, que podemos llamar nacionales. Si en principio el punto 27 de la Falange se pronunciaba de una forma aislacionista, la maduración de su pensamiento y la situación de la España de entonces le llevó a un cambio de postura, al pedir un Frente Nacional con los tradicionalistas, lo que era tanto como reconocer en el tradicionalismo parte de su doctrina política, así como una fuerza de profundas raíces nacionales, que muchos años antes de la guerra europea que concluyó en 1918 había luchado y combatido por una España fiel a sí misma. No sé si estuvo o no a punto de llegar a un acuerdo, ni siquiera si hubo o no conversaciones para lograrlo, lo que sí sé es que con el nombre de “Tyre” comparecieron en diversos actos los tradicionalistas y militantes del partido monárquico Renovación Española. Lo que sí tuvo importancia de cara al futuro es que la propuesta joseantoniana de un Frente Nacional dio más tarde su fruto. A mi parecer, puso de relieve que los términos tradición y revolución no eran incompatibles, si la tradición no es inmovilismo y si la revolución no es revuelta. La revolución es un revolver -volver de nuevo- en busca del pasado que nos dio vida y prestigio, y tradición es inspirarse en ese pasado para construir el futuro. No hacer, como decía José Antonio, lo que ellos hicieron, sino lo que ellos harían en el tiempo presente. Hay pues una tradición revolucionaria, y una revolución tradicionalista, y, esta última, es la puesta al día, el aggiornamento justo y necesario de enfrentarse con una situación nueva y con los problemas graves de una época distinta. José María Codón, tradicionalista, escribió un libro que se publicó por Fuerza Nueva Editorial, en su segunda edición de 1978, que se tituló: La tradición en José Antonio y el sindicalismo en Mella. Con esta argumentación he sostenido que José Antonio convocó a una revolución nacional impregnada de tradicionalismo. Claro es que esta opinión tiene su base en una distinción: que carlismo y tradicionalismo no se identifican y que uno y otro no se refieren a lo mismo. Yo entiendo que se puede ser tradicionalista sin ser carlista. Para darse cuenta de ello basta acogerse a la legitimidad de origen y a la de ejercicio. Aquella tampoco se identifica con ésta. Mas una legitimidad de origen se invalida cuando falla la de ejercicio. El carlismo no puede negarlo, porque, como en el caso del pretendiente a la corona, Carlos Hugo, que, perteneciendo a la dinastía legítima, era un admirador del comunista Tito, pedía la inserción de Navarra en Euskadi, y tuvo un grupo de seguidores que se integró en Izquierda Unida. Creo que esa conducta da cuenta de que se puede ser de la dinastía legítima y no estar de acuerdo con la legítima tradición. La Comunión tradicionalista que permanece fiel denuncia este tipo de carlismo. El auténtico carlismo no es fiel a un monarca que no ocupa la corona y que está en el exilio, sino que lo es en tanto en cuanto mantiene su fidelidad a la tradición. Por eso ha habido y hay un tradicionalismo que no tiene que ser necesariamente carlista. El tradicionalismo de Balmes o de Menéndez y Pelayo no puede negarse, y lo eran tanto como Vázquez de Mella o Victor Pradera. Esta bandera “alzada” por José Antonio se hizo visible en el trance doloroso de la guerra; trance en el que estaba en juego la existencia de España. En el tomo III de mi libro Escrito para la historia escribí que “Siempre entendí que el Movimiento Nacional era el Amazonas ideológico y beligerante que recogió, como afluentes, el caudal de las fuerzas políticas que contribuyeron con su doctrina y sus voluntarios al Alzamiento, a la Cruzada y a la construcción del nuevo Estado. En esta línea de pensamiento y acción se condujeron Fuerza Nueva y el Frente Nacional y, como es lógico, yo mismo. Recoger los caudales me pareció lógico y necesario. Retroceder hasta las fuentes de origen, para desviar el cauce, lo estimé suicida. La innata tendencia a la diáspora, que tanto mal nos ha hecho, había que contrarrestarla. Dada nuestra forma de ser y nuestro talante, se impone incrementar la fuerza centrípeta, evitando así la connatural dispersión que la fuerza centrífuga conlleva; aunque reconociendo explícitamente que no es lo mismo unidad que uniformidad. “Esta unidad sin uniformidad era exigida en este caso por la sangre vertida en común, tanto en las trincheras, con su héroes, como en la zona roja, con sus mártires, como por el hecho bien significativo de aquel 20 de noviembre de 1936 en Alicante, es decir, junto al Mediterráneo, por donde llegaron a España la Fe y la Cultura. Aquel día fueron fusilados, junto a José Antonio, dos falangistas, Luis Segura Baus y Ezequiel Riva Iniesta, y dos tradicionalistas, Vicente Muñoz Navarro y Luis López López, que habían intentado, aunque sin éxito, liberar al fundador de la Falange. Conviene señalar que Luis López fue detenido por haber dado refugio en su casa al jefe de Falange de Orihuela, Antonio Piniés y Roca de Togores.” Franco lo entendió así, aunque no lo entendieran todos; pero los enfrentamientos acaecidos en la zona roja no se produjeron en la nacional, y aquéllos, en gran parte, contribuyeron a la victoria del 1 de abril de 1939. Es muy significativo que el Príncipe Javier de Borbón Parma, en carta que tengo en mi poder, fechada en París el 30 abril 1937, recién publicado el Decreto de Unificación de las fuerzas políticas, comunicaba a Franco su “empeño de cooperar eficazmente al anhelo de unidad política a que responden sus últimas disposiciones”. La carta fue entregada personalmente al Caudillo por don Rafael Olazábal. Escrito para la Historia Dos españoles muy representativos como Manuel Fal Conde y Manuel Hedilla, más tarde, reconocieron que Franco acertó, y no sólo porque requetés y falangistas, sus tercios y banderas, continuaron combatiendo unidos, sino porque puedo dar testimonio de cómo ambos vieron con verdadera simpatía a “Fuerza Nueva”, nacida en 1966, cuando el proceso dinamizador del régimen franquista estaba en ejercicio.A Fal Conde le conocí en la concentración tradicionalista de Montejurra, de 5 mayo 1963. Terminado el Vía Crucis, hubo un almuerzo en el restaurante El Oasis. Me pidieron que hablara. Mi discurso se publicó íntegramente en las revistas Boina Roja y Montejurra. José María Valiente, que era el Delegado Nacional de la Comunión Tradicionalista, clausuró el acto, y se expresó así: “Don Blas Piñar, invitado de honor, ha dicho que no es carlista. Pero se ha ganado las grandes ovaciones de los carlistas. Don Manuel Fal Conde, mientras hablaba don Blas Piñar, me ha escrito estas palabras en una servilleta del banquete: `Pensar así, sentir así, y expresarse así, es ser carlista´”. Después, en abril de 1966, visité en Sevilla a Fal Conde. “Estaba operado de tráquea. Le era difícil hablar. Nos entendimos perfectamente a pesar de ello. Le expuse mi proyecto de fundar la revista Fuerza Nueva, y le expliqué lo que sería su ideario. Me brindó su apoyo. Más aún, me prometió, y cumplió su promesa, de hacerme llegar la dirección de mil tradicionalistas, a los que podía escribir en su nombre, a fin de darles cuenta del proyecto y pedirles que se suscribieran. Así lo hice”. (La pura verdad. Tomo III de la colección Escrito para la Historia. Págs. 75 y 76.) Manuel Hedilla Por su parte, Manuel Hedilla vino a verme a la sede de Fuerza Nueva, que entonces estaba en un piso de la casa nº 17 de la calle Velázquez de Madrid. “Estuvo muy amable. Fue explícito al exponerme su idea y sus proyectos sobre el Frente Nacional de Alianza Libre, que él patrocinaba. Me habló de sus contactos con los carlistas, que no puedo asegurar si ingresaron o no. Yo le agradecí su deferencia hacia nosotros, y le expuse mi punto de vista sobre el papel que podíamos desempeñar en la tarea -bien difícil por cierto- de aglutinar a las Fuerzas nacionales. Él lo entendió perfectamente. Y, por un lado, aquella no fue la única visita que nos hizo, y, por otro, mantuvimos contacto permanente con alguno de sus más íntimos colaboradores, como Patricio González de Canales, que suscribió la convocatoria para un homenaje que me ofrecieron el 15 de diciembre de 1971, que dio una conferencia en nuestro local, el día 27 de enero de 1972, sobre La Casa de Toledo y que en nuestra Revista publicó un comentario al punto nº 10 del programa de Falange (nº 264, de 29 de enero de 1972”. (Obra citada, págs. 103 y 104). La repercusión política a escala internacional de la obra de José Antonio, creo que nunca ha sido estudiada a fondo. Fue importante y me gustaría tener tiempo, y posibilidades de realizarlo. Como puede suponerse esa influencia la tuvo en Europa y especialmente en Hispanoamérica. En la doctrina de José Antonio se basaron movimientos políticos y personalidades muy destacadas, que manifestaron su admiración por ella. El hecho es que, quienes podemos considerar herederos ideológicos de los que le condenaron a muerte, destruyeron el monumento que tenía en Valencia, el 18 de febrero de 1971. Ante la nula reacción oficial por el atentado, que era además un desafío, Fuerza Nueva hizo una convocatoria para protestar por el ultraje, el 31 de marzo de 1971, ante la casa número 24 de la calle Génova, en la que nació José Antonio. “Hubo que improvisar, como escenario, un vehículo todo terreno. Era de noche y lloviznaba. La gente respondió a nuestro llamamiento. Dimos prueba de que éramos capaces de suplir omisiones graves de quienes por oficio, y, en principio por vocación, debieron haber hecho lo que nosotros hicimos. La sede de la jefatura provincial del Movimiento, inmediata al lugar, estuvo cerrada a cal y canto. El que más tarde apoyaría la Reforma política, Tomás Garicano Goñi, ministro de Gobernación entonces, nos impuso, como premio, una multa de 50.000 pesetas.” (Obra citada, pág. 109). Nuestra fidelidad a José Antonio la destacó su hermana Pilar, Delegada Nacional de la Sección Femenina, en varias cartas que conservo. Transcribo la última, que es de 1985: “Querido Blas: Quiero agradecerte con estas letras el recuerdo que siempre tenéis en vuestro centro y en vuestra revista para José Antonio. No todo el mundo mantiene esa fidelidad en recordar su memoria. Muchas gracias, con un abrazo de Pilar Primo de Rivera”.

 http://tradiciondigital.es/2012/10/28/a-79-anos-del-acto-fundacional-de-la-comedia-jose-antonio/

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LXXVI aniversario de la liberación del Alcázar de Toledo


http://elalcazar.org


Tras duros combates de las fuerzas de el General Varela los días 26 y 27, y cuando se creyó que intentarían la liberación del Alcázar el día 28, el Mando, conociendo que la situación de los Defensores era crítica, unido al deseo de las fuerzas liberadoras, dio Orden de saltar al Alcázar en la tarde del día 27 de Septiembre. A la caída de la tarde, una Sección de Regulares al mando del Teniente Lahuerta y minutos después la 19ª Compañía de La Legión al mando del Capitán Tiede Zedem, entraron en el Alcázar. Se produjeron inenarrables escenas de emoción, y el asombro de los liberadores por la situación en que se encontraban los Defensores y haber podido resistir el Asedio.

El 28 de Septiembre entró en el Alcázar el General Varela.

El Coronel Moscardó le saludó con la conocida frase:



”Mi General, en el Alcázar, sin novedad”.



El 18 de Julio de 1936, Las Unidades Militares existentes en Toledo, enteradas del Alzamiento Nacional, iniciado el día anterior 17 de Julio, e identificadas con los ideales del mismo, decidieron sumarse al Alzamiento.

El Mando de éstas fuerzas militares correspondió al Coronel D. José Moscardó Ituarte que ya era Comandante Militar de Toledo y el de mayor graduación de las mismas.

Las escasas Unidades Militares lo componían:

· Las Academias de Infantería, Caballería e Intendencia, ubicadas en el Alcázar y Dependencias anexas, que en estas fechas, por ser época estival, no albergaban Cadetes y parte de su personal se encontraba de permiso. Los Cadetes que permanecieron en el Asedio fueron 9. Se localizaron por teléfono a siete de las Academias, otro estaba en Toledo y un Cadete de la Academia de Artillería de Segovia, de vacaciones en Toledo.
En total, las Academias formaron un contingente de 259 hombres: 2 Tenientes Coroneles, 6 Comandantes, 9 Capitanes, 10 Tenientes, 5 Alféreces, 3 Médicos Militares, 8 Cadetes, 48 Músicos, Cornetas y Tambores, 146 Suboficiales y Soldados, 3 Oficinas Militares, Guarnicionero, Armeros, Herradores, Picador Militar, Practicante y 12 Paisanos empleados en las Academias.

· La Escuela Central de Gimnasia, por el mismo motivo de las Academias de época estival, carecía de Alumnos. Su Director era el Coronel Moscardó. Su personal lo componía; 1 Coronel, 1 Comandante, 4 Capitanes, 1 Capitán Médico, 4 Tenientes, 1 Alférez, 1 Practicante, 34 Suboficiales y Soldados. Total 47 hombres.

· La Caja de Recluta nº 3 de Toledo, entre Oficiales y Soldados sumaron 10 hombres.

· La Fábrica de Armas, situada en la Vega, con un Coronel Director que no se sumó al Alzamiento, ni los 50 Soldados al mando de un Teniente, ni los obreros militarizados, que pertenecían en general a sindicatos o partidos izquierdistas. Si lo hicieron 2 Tenientes de Artillería. En la Fábrica de Armas, 1 Comandante y 18 Tenientes de Artillería, inscritos en la Comandancia Militar, realizaban un Curso de Precisión.

· Los Retirados del Ejército, que vivían en Toledo, lo componían 18 hombres.

· En la Comandancia Militar estaban inscritos el personal transeúnte o de vacaciones en Toledo y los que realizaban el curso de Precisión en la Fábrica de Armas. En Total 52 hombres.

· La Guardia Civil fue la Unidad que aportó más personal al Asedio.
o Toledo era la cabecera del 2º Tercio de la Guardia Civil, formado por las Comandancias de Toledo y Cuenca. El mando de la Comandancia de Toledo lo ejercía el Teniente Coronel D. Pedro Romero Basart. Esta Comandancia la formaban 4 Compañías: la 1ª y 4ª con cabecera en Toledo, la 2ª en Ocaña y la 3ª en Talavera de la Reina.

o La previsión del Teniente Coronel Romero Basart hizo posible que casi toda la Guardia Civil de Toledo Capital y Provincia participase de forma muy importante en la defensa del Alcázar.

o Un mes antes del Alzamiento, se entregó a cada Puesto, Línea y Compañía, un sobre lacrado, con instrucciones de concentración en Toledo muy detalladas, fechadas el 30 de Marzo de 1936, que no podían abrir hasta recibir la consigna “Siempre fiel a su deber”.
Al recibir la consigna el 18 de Julio, se inició la concentración en Toledo. Los Guardias llevaban su armamento reglamentario, objetos personales y familia.

El único grupo que no pudo llegar a Toledo, fue el de Tembleque, con 29 Guardias al mando de un Teniente. Cerca de Toledo, por falta de transporte y haber iniciado el ataque la Columna de Madrid, hizo imposible su llegada.


El total de Guardias Civiles en el Asedio fue de 693 hombres.


· También se sumaron a estas Unidades Militares, personal de la Guardia de Asalto, Seguridad y Vigilancia, con un total de 25 hombres.

· Personal perteneciente a Organizaciones Políticas o Independientes, sin instrucción militar y fueron militarizados, con un total de 110 hombres.

El Resumen numérico de los Defensores y Refugiados que permanecieron en el Alcázar durante el Asedio es el siguiente:

Comandancia Militar 52
Retirados 18
Escuela Central de Gimnasia 47

Academias 259
Caja Recluta nº 3 10
Asalto, Seguridad y Vigilancia 25
Paisanos militarizados 110
Paisanos no militarizados 22
(Chóferes de camiones requisados para transportar a la Guardia Civil)
Hermanas de la Caridad 5
Guardia Civil 693


Refugiados (Familiares) 544
· Mayor de Edad-Mujeres.... 185
· Mayor de edad-hombres.... 8
· Jóvenes-mujeres ................ 71
· Jvenes-hombres ............... 44

· (Hasta 17 años)
· Niñas ................................. 112
· Niños ................................. 103
· Jóvenes-sirvientas ............ 21

Total General....................................... 1.785


El día 18 de Julio a las 11 de la noche, grupos izquierdistas disparan a los guardias en Zocodover, resultando tres de estos, heridos. Se produce un tiroteo y resultan muertos cinco izquierdistas.

El día 19 de Julio se inicia la ocupación militar de Toledo por la Guardia Civil, reforzándose los destacamentos en lugares estratégicos como Bancos, Radio, Telégrafos, Correos, Catedral, Ayuntamiento, Zocodover, Alcázar, Puentes, Puertas, CAMPSA. etc.

En la Fábrica de Armas existían almacenados cerca de un millón de cartuchos de fusil y ametralladora, sin peines.

Distintas Autoridades gubernamentales comunican con el Coronel Moscardó y Teniente Coronel Romero Basart para que desistan de su actitud y entreguen las armas requisadas por la Guardia Civil y el traslado de los cartuchos de la Fábrica de Armas, y si en un plazo prudencial de tiempo no se cumplían estas ordenes se enviarían a Toledo tropas y aviación para “bombardear la Plaza”.
El día 21 de Julio a las 7 de la mañana se declara el Estado de Guerra.

Se refuerzan los destacamentos establecidos los días anteriores, principalmente el Hospital de Tavera con el personal de la Escuela Central de Gimnasia y Guardia Civil, para cerrar la entrada en Toledo desde Madrid, Fábrica de Armas, Ayuntamiento etc. Y se organiza el traslado de la munición de la Fábrica de Armas al Alcázar.

El General Riquelme requiere por teléfono al Coronel Moscardó cual es su postura. Al cerciorarse que están sublevados, le ordena de nuevo la entrega de las armas y munición. No se cumple ninguna orden.
Por la tarde, un avión arroja doce bombas. Más tarde se repite el bombardeo por otros 3 aviones.
A media mañana se observa la proximidad de la Columna motorizada de Madrid, compuesta por más de 2.000 hombres. Principalmente tropas regulares (Regimiento nº 2), Guardias de Asalto y milicianos, una batería de artillería y tres blindados.

Se inicia el combate contra el Hospital de Tavera que dura todo el día. Al día siguiente, la Columna de Madrid recibió nuevos refuerzos y continuaron los combates, apoyados por la aviación que, bombarde�� a las 5 y a las 10 de la mañana y a las 4 de la tarde.

La resistencia del Hospital de Tavera durante 2 días frente a la Columna de Madrid, fue muy importante. Permitió terminar la concentración de la Guardia Civil, el traslado de la munición de la Fábrica de Armas al Alcázar, 700.000 cartuchos y organizar la Defensa. A las 4 de la tarde, el Comandante Villalba ordenó la retirada al Alcázar.

El d��a 22 de Julio, la artillería enemiga rompe el fuego contra el Alcázar desde Pinedo, y El Alcázar queda sin corriente eléctrica.

Se retiran al Alcázar los retenes diseminados por Toledo.

Por falta de información, dada la situación general o las dificultades encontradas por los mismos para su llegada al Alcázar, no pudieron entrar en el Alcázar y por ello, no participaron en el Asedio, por hallarse de Servicios en la Capital, Banco de España, Fábrica de Armas, CAMPSA, Catedral y en el repliegue del Hospital de Tavera: 53 Guardias Civiles (1 G.C. muerto en el repliegue) y del Ejercito: 1 Capitán Médico (muerto en el repliegue), 1 Practicante (muerto en el repliegue), 3 Suboficiales, 3 del CASE y 9 Soldados.

El 21 de Julio se considera el inicio del Asedio, que finalizó el 28 de Septiembre (70 días).


jueves, 23 de agosto de 2012

Nuestro emblema rotundo



JUAN APARICIO

NUESTRO EMBLEMA: EL YUGO Y LAS FLECHAS

EL yugo es la yunta; la junta, las juntas de nosotros, nuestra propicia coyuntura histórica. Las flechashienden las mañanas de España. Hienden. Ofenden. Son la ofensiva de una raza, de una juventud quepretende imponerse ahora.El yugo camina delante del arado. Es la agricultura nacional. El campo nacional. La vida nacional.Cada manojo de saetas es una gavilla de corazones, una hermandad, un gremio, un Sindicato.Las flechas son de hierro, de acero, de la carne española eterna. Aguzadas, forjadas con el fuegoantiguo por sindicalistas nacionales.El yugo y las flechas son también la cruz; forman una cruz. Para sus cruzados toda una gran empresaha sido una cruz en la encrucijada de los tiempos. Si el yugo pesa, apesadumbra a alguien, las flechasaligeran, alegrarán nuestra buenaventura española.Aunque cerca del yugo está siempre el estímulo.Los campesinos que hablaban latín estimulaban a sus bueyes -junto a la cerviz- con una punta desaeta en la extremidad de un palo.Nuestro escudo huele a garrote y a fragua, y a pan, y a vino, y a sol, y a eternidad.El equilibrio duradero entre un pasado horizontal -el ubio- y la ascensión vertical, celestial, de unfuturo: las flechas. Habrá que reconquistar nuestra patria a flechazos, a golpes cíe cariño. Amorosamente.Duramente. Como se conquista a la mujer que parirá a nuestros herederos.

Primavera de 1933.

viernes, 6 de julio de 2012

Excelente y recomendable libro

Pablo Sagarra Renedo.- El episodio histórico interpretado por casi 50.000 españoles en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial mantiene un vigor imperecedero. Su dramatismo y magnitud magnetizan a todos los amantes de la historia de España. Se suceden libros —de diverso tipo— que hablan sobre ellos pero aún no se vislumbra el día en que hayamos agotado el tema divisionario. Quedan muchas historias por contar de la campaña rusa.
Esta obra nos acerca a un aspecto jamás estudiado hasta ahora: los hechos religiosos, históricamente relevantes, que se suceden en el origen y desarrollo de la División Azul y de las Escuadrillas Azules. El autor, Pablo Sagarra Renedo, narra la cruzada contra el bolchevismo iniciada por Alemania contra Stalin, a la que se apuntó Franco con gran entusiasmo, así como la historia de los capellanes que acompañaron a las tropas españolas y la historia de los propios voluntarios que vivieron esa cruzada en primera persona; ellos fueron a matar y morir por ella —más de 5.000 no regresaron a casa— y además, protagonizaron una singular convivencia con el pueblo ruso que, por su cordialidad, encendió las alarmas del mando alemán.
La profundidad del análisis efectuado y el manejo masivo de testimonios personales y de fuentes escritas contemporáneas, muchas de ellas inéditas, convierten esta obra en una referencia historiográfica de primer orden. El autor combina magistralmente el rigor científico con el brío literario, y es tal la amenidad con la que transcurre la historia, que difícilmente pueda el lector dejar de revivir las sobrecogedoras experiencias que hace 70 años tuvieron los voluntarios españoles en la lejana Rusia

miércoles, 20 de junio de 2012

Bandera de voluntarios franceses en la Cruzada Española



Fueron muchos los franceses que pronto se alistaron en la Legión o en las milicias de Falange o el Requeté, según sus preferencias, aunque ni las autoridades francesas, en ese momento frentepopulistas, ni el gobierno de Burgos se lo pusieron fácie4e32l. No obstante, ante la afluencia continua de voluntarios franceses y el ofrecimiento, por parte del general Lavigne-Delville de tres mil voluntarios, y de otros mil más, por parte del dirigente corso François Petri, se llegó a considerar la posibilidad de crear alguna unidad formada en exclusiva por voluntarios franceses; aunque este número de voluntarios no llegó nunca a España, en junio, se dio conformidad a la petición de formar una bandera de voluntarios franceses que recibiría el nombre de Jeanne D'Arc, y que estaría formada a partir de los voluntarios alistados a las milicias, pero nunca de los alistados a la Legión; sin embargo, para el mes siguiente el número de voluntarios era de sólo setenta y nueve, número que, aunque aumentó en los meses siguientes, lo hizo de manera muy leve (Se constituyeron pues en compañía, no en Bandera)

Voluntarios franceses podían encontrarse también en diversas unidades y armas del Ejército (por supuesto, con mayor porcentaje en la Legión). Pero la ayuda que mas benefició a la causa nacional, fue la prestada por un gran sector de la población francesa en forma de apoyo político, propagandístico, diplomático, económico, humanitario, etc. además de con varias acciones de espionaje y sabotaje contra el esfuerzo político y militar de la República.

Formaron en la 67ª Compañía de la 17ª Bandera




viernes, 8 de junio de 2012

La Camisa Azul




La elección del color azul para la camisa del uniforme de Falange, fue el primer acto de autoridad de José Antonio como Jefe Nacional. Pero veamos cómo se desarrollaron los hechos: Corrían las últimas horas del tercer día del I Consejo Nacional, entre las 19:00 y las 20:00 del día 6 de octubre de 1934, con los Consejeros correspondientes reunidos en el salón del piso bajo del Palacete de Marqués de Riscal nº. 16. Ultimados los Estatutos por los que habría de regirse a partir de ese momento Falange, en la tarde del día 6 se proclamó Jefe Nacional y, a continuación, se pasó a la discusión sobre el color a adoptar para la prenda del uniforme. Algunos Consejeros defendieron la ‘camisa negra’ italiana, pero para evitar mimetismos se desechó la idea. Ruiz de Alda (que, en actos de servicio, solía vestir una camisa azul mahón) y Luis Santamarina (que la llevaba en ese momento, propia de los trazistas barceloneses a los que había pertenecido y que, a su vez, la habían copiado de la Milicia de la Asociación Nacionalista Italiana, los ‘Sempre Pronti’) defendieron la ‘camisa azul mahón’. Ernesto Giménez Caballero defendió la ‘camisa parda’ que recordaba la austera tierra castellana. Luis Aguilar, por su parte, aunque Zayas se lo atribuye a él mismo y es posible que así fuera, abogó por la ‘camisa azul horizonte’ o ‘gris desvaído’, como colores de camuflaje en caso de batalla. Tras una hora de estéril debate, José Antonio tomó la palabra para imponer, como acto de autoridad, la camisa color azul mahón: “como color neto, entero, serio y proletario, distintivo de una organización rotunda, varonil y firme”; el emblema iría bordado en rojo, al lado izquierdo, a la altura del corazón. A la mañana siguiente, José Antonio la vestía, comprada en ‘Casa Papá Navas’, cuando se llegó al Ministerio de Gobernación para ofrecer la Falange para acometer la insurrección separatista de Cataluña y para que fuera autorizada una manifestación en apoyo de la Unidad de España. Las camisas, con emblema, costaban 9 pta.; los cordones de Jefe, 4 pta. y la hebilla del correaje, 2 pta.(información extraída de un albarán correspondiente a abril de 1935). Cinturones y correajes eran fabricados por Fábrica de Curtidos de Estella.


http://fuerzanueva.wordpress.com

lunes, 4 de junio de 2012

DISCURSO DE FRANCO A LOS CADETES DE LA ACADEMIA MILITAR DE ZARAGOZA.



DISCURSO DE FRANCO A LOS CADETES DE LA ACADEMIA MILITAR DE ZARAGOZA.

El 14 de junio de 1931, con motivo del cierre de la Academia.

Caballeros cadetes: Quisiera celebrar este acto de despedida con la solemnidad de los años anteriores, en que, a los acordes del Himno Nacional, sacásemos por última vez nuestra bandera y, como ayer, besarais sus ricos tafetanes, recorriendo vuestros cuerpos el escalofrío de la emoción y nublándose vuestros ojos al conjuro de las glorias por ella encarnadas; pero la falta de bandera oficial limita nuestra fiesta a estos sentidos momentos en que, al haceros objeto de nuestra despedida, recibáis en lección de moral militar mis últimos consejos.

Tres años lleva de vida la Academia General Militar, y su esplendoroso sol se acerca ya al ocaso. Años que vivimos a vuestro lado educándoos e instruyéndoos y pretendiendo forjar para España el más competente y virtuoso plantel de oficiales que nación alguna lograra poseer.

Intimas satisfacciones recogimos en nuestro espinoso camino cuando los más capacitados técnicos extranjeros prodigaron calurosos elogios a nuestra obra, estudiando y aplaudiendo nuestros sistemas y señalándolos como modelo entre las instituciones modernas de la enseñanza militar. Satisfacciones íntimas que a España ofrecemos, orgullosos de nuestra obra y convencidos de sus más óptimos frutos.

Estudiamos nuestro Ejército, sus vicios y sus virtudes, y corrigiendo aquellos, hemos de acrecentado éstas al compás que marcábamos una verdadera evolución en procedimientos y sistemas. Así vimos sucumbir los libros de texto, rígidos y arcaicos, ante el empuje de un profesorado moderno, consciente de su misión y reñido con tan bastardos intereses.

Las novatadas, antiguo vicio de Academias y cuarteles, se desconocieron ante vuestra comprensión y noble hidalguía.

Las enfermedades venéreas, que un día aprisionaron, rebajándolas, a nuestras juventudes, no hicieron su aparición en este cuerpo, por la acción vigilante y adecuada profilaxis.

La instrucción física y los diarios ejercicios en el campo os prepararon militarmente, dando a vuestros cuerpos aspecto de atletas y desterrando de los cuadros militares al oficial sietemesino y enteco. Los exámenes de ingreso, automáticos y anónimos, antes campo abonado de intrigas e influencias, no fueron bastardeados por la recomendación y el favor, y hoy podéis enorgulleceros de vuestro progreso, sin que os sonrojen los viejos y caducos procedimientos anteriores.

Revolución profunda en la enseñanza militar, que había de llevar como forzado corolario la intriga y la pasión de quienes encontraban granjería en el mantenimiento de tan perniciosos sistemas.

Nuestro Decálogo del Cadete recogió de nuestras sabias Ordenanzas lo más puro y florido, para ofrecéroslo como credo indispensable que prendiese vuestra vida, y en estos tiempos en que la caballerosidad y la hidalguía sufren constantes eclipses, hemos procurado afianzar nuestra fe de caballeros manteniendo entre vosotros una elevada espiritualidad.

Por ello, en estos momentos, cuando las reformas y nuevas orientaciones militares cierran las puertas de este centro, hemos de elevarnos y sobreponernos, acallando el interno dolor por la desaparición de nuestra obra, pensando con altruismo: se deshace la máquina, pero la obra queda; nuestra obra sois vosotros, los 720 oficiales que mañana vais a estar en contacto con el soldado, los que los vais a cuidar y a dirigir, los que, constituyendo un gran núcleo del Ejército profesional, habéis de ser, sin duda, paladines de la lealtad, la caballerosidad, la disciplina, el cumplimiento del deber y el espíritu de sacrificio por la Patria, cualidades todas inherentes al verdadero soldado, entre las que destaca como puesto principal la disciplina, esa excelsa virtud indispensable a la vida de los ejércitos y que estáis obligados a cuidar como la más preciada de vuestras prendas.

¡Disciplina!..., nunca buen definida y comprendida. ¡Disciplina!..., que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!..., que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos.

Elevar siempre los pensamientos hacia la Patria y a ella sacrificarle todo, que si cabe opción y libre albedrío al sencillo ciudadano, no la tienen quienes reciben el sagrado depósito de las armas de la nación, y a su servicio han de sacrificar todos sus actos.

Yo deseo que este compañerismo nacido en estos primeros tiempos de la vida militar, pasados juntos, perdure al correr de los años, y que nuestro amor a las armas de adopción tenga siempre por norte el bien de la Patria y la consideración y el mutuo afecto entre los compañeros del Ejército. Que si en la guerra habéis de necesitaros, es indispensable que en la paz hayáis aprendido a comprenderos y estimaros. Compañerismo que lleva en sí el socorro al camarada en desgracia, la alegría por su progreso, el aplauso al que destaca y la energía también con el descarriado o el perdido, pues vuestros generosos sentimientos han de tener como valladar el alto concepto del honor, y de este modo evitaréis que los que un día y otro delinquieron abusando de la benevolencia, que es complicidad de sus compañeros, mañana, encumbrados por un azar, puedan ser en el Ejército ejemplo pernicioso de inmoralidad e injusticia.

Concepto del honor que no es exclusivo de un Regimiento, Arma o Cuerpo; que es patrimonio del Ejército y se sujeta a las reglas tradicionales de la caballerosidad y la hidalguía, pecando gravemente quien crea velar por el buen nombre de su Cuerpo arrojando a otro lo que en el suyo no sirvió.

Achaque este que, por lo frecuente, no debo silenciar, ya que no nos queda el mañana para aconsejaros.

No puedo deciros, como antes, que aquí dejáis vuestro solar, pues hoy desaparece; pero sí puedo aseguraros que, repartidos por España, lo lleváis en vuestros corazones, y que en vuestra acción futura ponemos nuestras esperanzas e ilusiones; que cuando al correr de los años blanqueen vuestras sienes y vuestra competencia profesional os haga maestros, habréis de apreciar lo grande y elevado de nuestra situación: entonces, vuestro recuerdo y sereno juicio ha de ser nuestra más preciada recompensa.

Sintamos hoy al despediros la satisfacción del deber cumplido y unamos nuestros sentimientos y anhelos por la grandeza de la Patria gritando juntos: “¡Viva España!”.