miércoles, 30 de marzo de 2011

1º DE ABRIL DE CUALQUIER AÑO



En el día de hoy, cautivo y desarmado el pueblo español, ha alcanzado el marxismo sus últimos objetivos. La paz ha terminado”.

Por Maruja Moreno Méndez.

El pueblo español, cautivo en una red psicológica, ha sido desarmado de sus más altos ideales y valores morales, desgajado de su raíz histórica y tradicional, traicionado en sus más intimas esencias, despojado hasta del bienestar material que había alcanzado a costa del esfuerzo y del estímulo en un régimen que, nacido de una victoria militar, tenía sus hondas raíces en las entrañas del alma española. Ese pueblo que vivía la ilusión de trabajar en una empresa común, ha perdido la paz.

Palabras como solidaridad, colectivo, común, se han distorsionado y se convierten en las bocas de los que hoy ampulosamente las pronuncian en grotescas muecas que cuando menos nos hacen sonreír. Pueblos de España, esta frase machaconamente repetida, ha sustituido a esa otra tan entrañable de pueblo español. La solidaridad se ha convertido en una palabra hueca que nos hace odiar lo que antes amábamos. Lo colectivo se ha plural izado para recordarnos que hay clases, grupos, capillas. y lo común, lo que nos une, no es ya más que la pobreza, la miseria, el miedo, la vergüenza, las lacras y el terror. No han respetado ni siquiera la dignidad nacional. Se ríen de nosotros como nación, en nuestras propias narices, teniendo por representante ante el mundo al protagonista de chistes tontos, y uno siente pena de que se haya podido caer tan bajo. Ríes por no llorar cuando te dicen que España ya tienen peso específico en el conjunto de las naciones. Sí, se nos ha adjudicado el papel de payaso internacional. Sientes lástima de que se haya minado de tal manera el espíritu nacional que tengamos que pasar por trances como el del ametrallamiento de unos pesqueros para que, allá en el fondo de nuestra alma, la indignación riegue esa semilla agostada que fue en su día el orgullo de ser españoles.

La primavera tímidamente se ha asomado a España, otra primavera más. Otro 1.º de abril nos ha contemplado. Yo medito sobre lo que me rodea, y no me gusta. No me gusta lo que estamos preparando para nuestros hijos. Me duele que se haya echado a Dios de las escuelas. Me duele que se quiera manipular nuestras conciencias y nuestra libertad, la de verdad –esto es muy grave-, desde medios tan poderosos como la radio y la televisión. Me duele que el sábado, uno de los pocos días en que muchos padres dejamos a los niños ver la televisión por la noche, nos regalen con tristes muestras de basura nacional, y haya que apagar ese aparato que tanto bien podría hacer y que tanto daño está haciendo. Hay un claro empeño en minar los valores más profundos y serios de la familia y de la moral. Me duele que se tergiverse la historia. las noticias. las verdades. y me duele mucho más que todo esto se haga engañando. disfrazándolo de cultura y de democracia. La cultura es algo muy distinto de este sucedáneo adulterado que nos quieren hacer tragar, y respecto a la democracia, yo no siento una especial inclinación hacia este término. porque creo que en su versión liberal es algo utópico y trasnochado y tengo serias dudas sobre su operancia efectiva. Pero eso no quita que la respete como cualquier teoría política. y por eso no me gusta que se prostituya empleándola alegremente para tapar sucios manejos de reconversión... ideológica.

Me sonrío al contemplar esas campañas tan conmovedoras del cambio de pistolas por balones, yesos movimientos tan dudosamente pacifistas, cuando por otro lado se está fomentando la corrupción de costumbres en todas las esferas, se despenalizan crímenes tan abominables como el aborto, se liberaliza el consumo de drogas, causa y origen de innumerables delitos, aparte la destrucción psíquica y física de nuestros jóvenes, se ofrece trato preferencial a asesinos sin escrúpulos, y se coarta con leyes injustas el deber-derecho de los padres a la educación de sus hijos. ¿Es qué no son todas estas situaciones formas expresas de propiciar la violencia con unas consecuencias imprevisibles que pueden llegar a desbordarnos y a la destrucción sistemática de nuestra sociedad? Como así está sucediendo.

Puede haber dictaduras, y de hecho las hay, respaldadas por diez millones de votos. No hay que ir muy lejos para encontrarlas. Para terminar esta mi particular conmemoración del 1.º de Abril, día en que Francisco Franco, Generalísimo de los Ejércitos, firmó el parte de la Victoria, una última consideración. Aquello de un hombre, un voto, es muy bonito si fuera verdad. Mi voto, y no es petulancia, sino puro raciocinio, jamás puede ser igual que el de la anciana señora del parque de atracciones del señor Tola. ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Cuántos millones de votos nulos, Señor! Porque el papelito que yo eché en ese cajón de cristal iba respaldado por mi libertad para pensar, una libertad con mayúscula que no me puede arrebatar nadie, en nombre de esa otra libertad chata y pequeñita, ni los votos irresponsables, ni ningún partido internacionalista. Por eso es tan grave manipular el pensamiento de la persona, y por eso concretamente hoy, traigo a la consideración de los que me lean, el nuevo parte que puede producirse el día menos pensado, y sin mucho tardar, y que puede llevarnos, por mor de una obsoleta y falsa democracia, a la más tiránica de las dictaduras, de las que nunca más se retorna.



® Fuerza Nueva. Del 28 de abril al 12 de Mayo de 1984. Num. 865

jueves, 24 de marzo de 2011

DECÁLOGO DEL GRUPO DE ACCIÓN RÁPIDA (GAR)



El hombre G.A.R. se compone de alma, cerebro y músculo; debe por tanto atender a su formación moral, intelectual y física.

Mantendrá su armamento y equipo siempre dispuesto para la acción.

Lo difícil lo hará y lo imposible tardará un poco más.

Nunca se quejará de que el servicio es duro; la climatología, el sueño, el hambre y el cansancio no serán más que pequeñas anécdotas en el cumplimiento del deber.

En acción mantendrá la mente despierta y el cuerpo en tensión.

Nunca y bajo ninguna circunstancia abandonará a un compañero necesitado.

Será noble y sincero, pues la mentira envilece.

Irá siempre impecable y será correcto con la población.

Tendrá presente que quien arriesga gana y quien entrega triunfa.

Tendrá total confianza en el mando, al que exigirá profesionalidad.

sábado, 19 de marzo de 2011

Augusto Pinochet Ugarte


Augusto Pinochet Ugarte, nació en la ciudad de Valparaíso, el 25 de noviembre de 1915, es hijo de Don Augusto Pinochet Vera y de doña Avelina Ugarte Martínez.

Sus estudios primarios, los curso en Seminario San Rafael de Valparaíso, luego en el Instituto de Quillota (Hermanos Maristas), y por último, en el Colegio de los Padres Franceses de Valparaíso, para posteriormente, ingresara la Escuela Militar, en el año 1933.

En 1937, egresa de la Escuela Militar, con el grado de Alférez de Infantería, siendo destinado a la Escuela de esa Arma, ubicada en la ciudad de San Bernardo. Posteriormente y en el mes de septiembre del mismo año, es destinado al Regimiento "Chacabuco", en la ciudad de Concepción. En el año 1939 y con el grado de Subteniente, es trasladado al Regimiento "Maipo", Ubicado en la ciudad de Valparaíso, retornando a la Escuela de Infantería, en 1940.



En el año 1941, y junto con su ascenso al grado de Teniente, es destinado a la Escuela Militar.


En enero de 1943, contrae matrimonio con doña Lucía Hiriart Rodríguez, con quien tuvo cinco hijos, tres mujeres y dos varones.

A fines del año 1945, es destinado al Regimiento "Carampangue", en la ciudad de Iquique, para luego ingresar a la Academia de Guerra, en el año 1948.

En el año 1951, y después de haber obtener el Título de Oficial de Estado Mayor, es trasladado a la Escuela Militar, donde se desempeña como Profesor del Curso Militar. Al mismo tiempo, realiza clases en la Academia de Guerra, en las asignaturas de Geografía Militar y Geopolítica, también ejerce como Director, de la revista institucional del Ejército de Chile, denominada "Cien Águilas".

En el año 1953 y con el grado de Mayor, es destinado al Regimiento "Rancagua", en la ciudad de Arica. Luego, es designado profesor en la Academia de Guerra, por lo que regresa a Santiago para retomar su labor docente.

A comienzos del año 1956 es seleccionado, junto a un grupo de Oficiales, para conformar una Misión Militar que colaboraría en la organización de la Academia de Guerra del Ecuador, Permaneciendo en dicha Misión tres años y medio.

A fines de 1959, regresa a Chile y es destinado al Cuartel General de la I División de Ejército, en la ciudad de Antofagasta. En 1960, es designado Comandante del Regimiento "Esmeralda". Su gestión de mando, es reconocida siendo destinado en el año 1963, a la Academia de Guerra, con el cargo de Subdirector.

En el año 1968, es nombrado Jefe del Estado Mayor de la II División de Ejército, con asiento en la ciudad de Santiago. Posteriormente, asume como Comandante en Jefe de la VI División de Ejército, en la ciudad Iquique.

En enero de 1971, es ascendido al grado de General de División, siendo nombrado Comandante General de la Guarnición de Ejército de la ciudad de Santiago. A principios de 1972, es nombrado Jefe del Estado Mayor General del Ejército y el 23 de agosto de 1973, es nombrado Comandante en Jefe del Ejército.

El 11 de septiembre de 1973, luego del pronunciamiento militar, Preside la Junta de Gobierno y en el año 1980, ya en su calidad de Presidente de la República, somete a plebiscito, la nueva carta fundamental de la República de Chile, (constitución) la cual, fue aprobada, por amplia mayoría.

En septiembre del año 1986, el Presidente Augusto Pinochet sufre un atentado terrorista, en el sector de Achupallas, Cajón del Maipo, del que salva con vida, pero fallecen cinco de sus escoltas de seguridad y nueve resultan gravemente heridos.

En el año 1988, y según lo establecido en la constitución de la República, se llama a elecciones Presidenciales para el año 1989, las que se realizan de manera ejemplar, entregado la Presidencia de la república a Don Patricio Aylwin Azocar, en marzo de 1990.

El 11 de Marzo de 1990, asume sus funciones de Comandante en Jefe del Ejército, hasta el día 10 de marzo de 1998, haciendo entrega del mando del Ejército, al Teniente General Ricardo Izurieta Caffarena. El 11 de Marzo de 1998, asume como Senador de la República, en su calidad de Ex Presidente, de acuerdo a lo prescrito por la Constitución de 1980.

El Presidente Pinochet, fallece el 10 de Diciembre de 2006, realizándose sus Funerales en la Escuela Militar, con la asistencia de más de 150.000 personas.

sábado, 12 de marzo de 2011

El mandato cristiano de amar a la Patria


Juan Pablo II, en el último de sus libros, Memoria e identidad, dedica todo un capítulo a hablar sobre el patriotismo:

“Si se pregunta por el lugar del patriotismo en el decálogo –escribe el recientemente fallecido Papa- la respuesta es inequívoca: es parte del cuarto mandamiento, que nos exige honrar al padre y a la madre. Es uno de esos sentimientos que el latín incluye en el término pietas, resaltando la dimensión religiosa subyacente en el respeto y veneración que se debe a los padres, porque representan para nosotros a Dios Creador. Al darnos la vida, participan en el misterio de la creación y merecen por tanto una devoción que evoca la que rendimos a Dios Creador. El patriotismo conlleva precisamente este tipo de actitud interior, desde el momento que también la patria es verdaderamente una madre para cada uno. Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración geográfica. La patria es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber”.

No se trata de un tema opinable, en el que Karol Wojtyla propone su visión personal sobre el asunto, ni es tampoco una cuestión novedosa, sino que el predecesor de Benedicto XVI se limita a exponer el Magisterio de siempre de la Iglesia sobre la virtud cristiana del patriotismo, sobre el deber cristiano -derivado del cuarto mandamiento de la ley de Dios- de amar a la patria.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que el cuarto mandamiento se extiende a los deberes de los ciudadanos respecto a su patria (2199) “El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad”. (2239).

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes y en el Decreto Apostolicam actuositatem, aborda asimismo el tema del patriotismo: “Los ciudadanos deben cultivar la piedad hacia la patria con magnanimidad y fidelidad. En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los deberes civiles, siéntanse obligados los católicos a promover el verdadero bien común”.

Pío XI, en la encíclica Divini illius magistri, afirma: “El buen católico, precisamente en virtud de la doctrina católica, es por lo mismo el mejor ciudadano, amante de su patria y lealmente sometido a la autoridad civil constituida, en cualquier forma legítima de gobierno”.

León XIII, en Sapientiae christianae enseña que el amor a la patria es de ley natural: “Por la ley de la naturaleza estamos obligados a amar especialmente y defender la sociedad en que nacimos, de tal manera que todo buen ciudadano esté pronto a arrostrar hasta la misma muerte por su patria”.

También han hablado los Romanos Pontífices sobre los pecados, por exceso o por defecto, contra el sano patriotismo. Se peca por exceso incurriendo en nacionalismo exagerado cuando el amor patrio “que de suyo es fuerte estímulo para muchas obras de virtud y de heroísmo cuando está dirigido por la ley cristiana, pasados los justos límites, se convierte en amor patrio desmesurado” (Pío XI. Ubi arcano Dei consilio); pero también se puede pecar, por defecto, de cosmopolitismo: “No hay que temer que la conciencia de la fraternidad universal, fomentada por la doctrina cristiana, y el sentimiento que ella inspira, se opongan al amor, a la tradición y a las glorias de la propia patria, e impidan promover la prosperidad y los intereses legítimos; pues la misma doctrina enseña que en el ejercicio de la caridad existe un orden establecido por Dios, según el cual se debe amar más intensamente y ayudar preferentemente a los que nos están unidos con especiales vínculos. Aun el Divino Maestro dio ejemplo de esta preferencia a su tierra y a su patria, llorando sobre las inminentes ruinas de la Ciudad santa” (Pío XII. Summi Pontificatus).

Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, prescribe el culto a la patria: “Aunque de modo secundario, nuestros padres, de quienes nacimos, y la patria, en que nos criamos, son principio de nuestro ser y gobierno. Y, por tanto, después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más debemos. De ahí que como pertenece a la religión dar culto a Dios, así, en un grado inferior, pertenece a la piedad darlo a los padres y a la patria. Y en el culto de la patria va implícito el de los conciudadanos y el de todos los amigos de la patria. La piedad se extiende a la patria en cuanto que es en cierto modo principio de nuestra existencia, mientras que la justicia legal tiene por objeto el bien de la misma en su razón de bien común”. (Suma Teológica - II-IIae (Secunda secundae) q. 101)

Ramiro de Maeztu, en su Defensa de la Hispanidad, recoge las siguientes frases de San Agustín, Padre de la Iglesia: “Ama siempre a tus prójimos, y más que a tus prójimos, a tus padres, y más que a tus padres, a tu patria, y más que a tu patria, a Dios”. “La patria es la que nos engendra, nos nutre y nos educa .Es más preciosa, venerable y santa que nuestra madre, nuestro padre y nuestros abuelos. Vivir para la patria y engrendar hijos para ella es un deber de virtud. Pues que sabéis cuán grande es el amor de la patria, no os diré nada de él. Es el único amor que merece ser más fuerte que el de los padres. Si para los hombres de bien hubiese término o medida en los servicios que pueden rendir a su patria, yo merecería ser excusado de no poder servirla dignamente. Pero la adhesión a la ciudad crece de día en día, y a medida que más se nos aproxima la muerte, más deseamos dejar a nuestra patria feliz y próspera”.

Resumiendo lo hasta aquí visto, el dominico Royo Marín, al tratar en su Teología moral para seglares los fundamentos teológicos del patriotismo, nos ofrece una concisa pero completa síntesis de la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el amor a la patria:

“Cuatro son las principales virtudes cristianas que se relacionan más o menos de cerca con la patria:
a) La piedad, que nos inspira formalmente el culto y veneración a la patria en cuanto principio secundario de nuestro ser, educación y gobierno. En este sentido se dice rectamente que la patria es nuestra madre.
b) La justicia legal, que nos relaciona con la patria, considerando el bien de la misma como un bien común a todos los ciudadanos, que tienen todos ellos obligación de fomentar.
c) La caridad, cuyo recto orden obliga, en igualdad de condiciones, a preferir al compatriota antes que al extranjero.
d) La gratitud, por los inmensos bienes que la patria nos ha proporcionado y los servicios inestimables que continuamente nos presta”.
En cuanto a los deberes generales para con la patria, Royo Marín afirma que “pueden reducirse a uno solo: el patriotismo, que no es otra cosa que el amor y la piedad hacia la patria en cuanto tierra de nuestros mayores o antepasados. Sus principales manifestaciones son cuatro:
a) Amor de predilección sobre todas las demás naciones; perfectamente conciliable, sin embargo, con el respeto debido a todas ellas y la caridad universal, que nos impone el amor al mundo entero.
b) Respeto y honor a su historia, tradición, instituciones, idioma, etc, que se manifiesta, v.gr., saludando o inclinándose reverentemente ante los símbolos que la representan, principalmente la bandera y el himno nacional.
c) Servicio, como expresión efectiva de nuestro amor y veneración. El servicio de la patria consiste principalmente en el fiel cumplimiento de sus leyes legítimas, sobre todo las relativas a tributos e impuestos, condición indispensable para su progreso y engrandecimiento; en el desempeño desinteresado de los cargos públicos que el bien común nos exija; en el servicio militar obligatorio y en otras cosas por el estilo.
d) Defenderla contra sus perseguidores y enemigos interiores o exteriores: en tiempo de paz, con la palabra o con la pluma, en tiempo de guerra, empuñando las armas y dando generosamente la vida, si es preciso, por el honor o la integridad de la patria”.

Según este mismo autor, al sano patriotismo se “oponen dos pecados:
a) Por exceso se opone el nacionalismo exagerado, que ensalza desordenadamente a la propia patria como si fuera el bien supremo y desprecia a los demás países con palabras o hechos, muchas veces calumniosos o injustos.
b) Por defecto se opone el internacionalismo de los hombres sin patria, que desconocen la suya propia con el especioso pretexto de que el hombre es ciudadano del mundo”.

Así pues, ni el nacionalismo exacerbado ni el cosmopolitismo son opciones legítimas para un cristiano, sino pecados contrarios al cuarto de los preceptos del decálogo. Si amar a la patria más que a Dios es idolatría, amar a Dios sin amar a la patria es mentira, porque a Dios se le ama, precisamente, cumpliendo sus mandatos, entre los cuales honrar a la patria es el primero de la segunda tabla de la ley que Yahvé esculpió en el Sinaí. No existe contradicción entre el amor a la patria y el amor a Dios. Contradictorio es, más bien, pretender amar a Dios sin amar a la patria.

José María Permuy Rey,
http://hispanismo.org

sábado, 5 de marzo de 2011

Joaquín García-Morato, As del Aire



Joaquín García Morato vio la primera luz en Melilla el 4 de mayo de 1904. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1920 y seis años más tarde obtuvo el título de piloto. Desde 1927 tomó parte en la campaña de África, donde fue herido y derribado dos veces. Además de piloto excepcional, dedicó toda su vida a la aviación, procurando acumular todos los conocimientos posibles sobre la misma. Consiguió los títulos de observador, piloto de hidroaviones, de caza, de polimotor, radiotelegrafista de 1ª clase, profesor de vuelo sin visibilidad, de vuelos nocturnos y de combate. Escribió varios libros técnicos, entre ellos un “Prontuario de aviación acrobática”.

Al estallar la guerra civil, era profesor de la Escuela de Vuelo de Alcalá de Henares. El 18 de julio le sorprendió de permiso en Gran Bretaña, de donde regresó inmediatamente, llegando a Córdoba en un avión alquilado, incorporándose al Ejército de Franco. Sobre este episodio, García Morato escribió: “Estando en Inglaterra con permiso particular, estalló el glorioso Movimiento Nacional, al que me incorporé‚ sin dudarlo, y desde el primer día presté‚ mis servicios como “cazador”, que era lo que por mi carácter y facultades cuadraba más en mí. Estoy regido por un vicio y por un ideal: el vicio de las emociones y el ideal de la Patria dentro de nuestra Religión”.


El 3 de agosto de 1936 presta su primer servicio pilotando un caza “Nieuport”, saliendo de Sevilla para reconocer el frente de Córdoba, bombardeando en picado una concentración de tropas rojas en El Carpio. Inicialmente voló en Nieuport, luego en los Heinkel 51, pasando después a los Fiat CR 32, que ya no dejó. Su escuadrilla, que llegó a ser célebre, se llamó primero Escuadrilla Azul y Patrulla Azul, y al aumentar el número de sus componentes, Grupo Azul. Su emblema estaba formado por un círculo con tres aves: un halcón, una avutarda y un mirlo, pintados en azul sobre fondo blanco. Su lema rezaba: “Vista, suerte y al toro”.
Entre sus múltiples acciones en distintos frentes destaca la decisiva actuación en los combates aéreos del frente de Madrid. El 18 de febrero de 1937, durante un servicio de protección de bombarderos, al llegar a la línea del frente, los cazas italianos se negaron a proteger a los bombarderos sobre territorio enemigo. A pesar de no ser escoltados,los bombarderos continuaron el vuelo y tras pasar la línea del frente fueron atacados por más de 30 cazas de la Fuerza Aérea Republicana. García-Morato, se lanzó con su patrulla (3 aviones) a proteger a los bombarderos españoles, tras unos minutos de incertidumbre y viendo en el aprieto que se encontraban los cazas españoles, el piloto italiano Capitán Nobille desobedeció la orden de no cruzar la línea del frente y salió en ayuda de los españoles, siendo seguido por el resto de la escuadrilla italiana. Por esta acción, Joaquín García-Morato sería recompensado con la máxima condecoración militar española, la Cruz Laureada de San Fernando a título individual que le fue impuesta por el general Alfredo Kindelán Duany en el aeródromo de Castejón. Durante toda la guerra fue derribado una sola vez, el 3 de octubre de 1938, según parece, alcanzado por un piloto de su propio grupo al perseguir los dos al mismo aparato enemigo.
A mediados de 1938 ingresó, junto con otro laureado, el general José Moscardó Ituarte, en el Consejo Nacional de FET y de las JONS.

El día 4 de abril de 1939 se produce la tragedia. El comandante García Morato había ido a Griñón a tomar unas vistas para una película de guerra. Con uno de los «Ratas» cogidos al enemigo, un «Fiat» y un «Messerschmitt» y desde otro aparato, se trataba de fotografiar a estos últimos atacando al primero. García Morato despegó con su «Fiat 3-51», el compañero inseparable de gran parte de la guerra, con el que tantas victorias había logrado, sin que jamás sufriese más desperfectos que los pequeños producidos por algún proyectivo del enemigo.
El día era triste y gris, con nubes muy bajas y una lluvia fina y pertinaz que dificultaba la visibilidad. Se tomaron las vistas y cuando todo estaba terminado, el «Messerschmitt» y el aparato desde el que se tomaron las fotografías ya habían aterrizado, quedando en el aire el «Rata» y el «Fiat» de García Morato, y cuando se entretenía en un simulacro de combate, se produjo lo inevitable. Al intentar tomar tierra el aparato se estrelló de panza unos metros antes de llegar al campo de aterrizaje. Así moría el laureado comandante Joaquín García Morato, heroico y verdadero Caballero del Aire, el «as de ases» de la gloriosa Aviación de España, cuando le faltaba un mes para cumplir los treinta y cinco años de edad.
El cadáver fue expuesto en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Málaga, por el que desfiló todo el pueblo malacitano. En 1950, el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, le hizo merced del título de conde del Jarama.