A. Robles.- El reencuentro con un español de larga data siempre es agradable, y más si es amigo, y más si es un hombre honesto, culto, cabal… Hace más de 30 años que anticipó con sorprendente precisión lo que hoy nos ocurre y, pese al mutismo de la prensa, sus opiniones y análisis fueron y son una refrescante alternativa a la palinodia oficial. Se trata de Blas Piñar (22 de noviembre de 1918), notario, político y escritor, pero sobre todo, un español siempre fiel a España y a sus sólidos principios. Y tratándose el nuestro de un país donde con tanta facilidad se enajenan valores, se trasvierten principios y se recalifican voluntades, no sería capaz de hallar para él mejor presentación.
Vinculado desde joven a organizaciones católicas, dirigió el Instituto de Cultura Hispánica entre 1957 y 1962. Luego de haber publicado en el diario ABC el artículo ‘Hipócritas’, donde criticaba fuertemente la política exterior de los Estados Unidos, fue destituido de su cargo debido a las relaciones bilaterales que por aquel entonces mantenía el régimen de Franco con ese país. Pese a ello, su fidelidad al general Franco no se vió alterada. Se opuso a la descomposición del régimen, votando y argumentando en contra de la Ley para la Reforma Política; y también se posicionó contra la Constitución de 1978. Once meses después de la muerte del ex jefe del Estado creó Fuerza Nueva, una organización política católica y patriótica que aún sigue siendo hoy un icono sentimental para decenas de miles de españoles.
En 1979 fue elegido diputado por la coalición Unión Nacional. Tras perder su escaño en las elecciones de 1982 disolvió Fuerza Nueva, pero no la editorial del mismo nombre, que siguió publicando libros y revistas. En la actualidad es presidente de honor de Alternativa Española (AES).
Hemos conversado largamente con Blas Piñar y conocido algunos detalles de su último libro (La iglesia y la guerra civil española), otro ejemplo de amasar la historia viva y dolorosa dándole serenidad y perspectiva. De hecho, en las ideas que él sigue defendiendo han mamado muchos que luego fingieron ignorarla o desdeñarla. Pocos ejemplos habrá en la historiografía española de los últimos años de análisis tan certero, de investigación profunda y de exposición calmosa y convicente, como el que Blas Pilar consigue en todas sus obras. Nadie coordinó el análisis profundo y la trascendencia histórica como el Blas Piñar que lanzó en las Cortes del aperturismo las primeras proclamas contra una traición largamente preparada.
“Mis padres me enseñaron con su palabra y su ejemplo a amar y a servir a Dios y a España”, nos explica de forma lenta y pausada, emocionado al desgranar su infancia. “Creo que fui un chico precoz. Por eso viví intensamente mi infancia. Travieso, por añadidura, me rompí, en ocasiones diferentes, un brazo, viviendo en Cartagena, y una pierna, viviendo en Toledo. En Alicante hice parte del bachillerato y presencié en mayo de 1931, poco después de proclamada la República, la quema de iglesias y conventos”.
-¿Fue necesario el Alzamiento?
- Absolutamente necesario, porque la República de 1931 llevó a la nación a una ruina total. El Alzamiento cumplió con las máximas exigencias morales. Supuso, metafóricamente hablando, una operación quirúrgica, pero, además, el punto de partida de un Estado al servicio de España y del bien común.
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