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Nació en Montpellier en la noche del 1 al 2 de febrero de 1208. A la mañana siguiente, cuando los clérigos de Nuestra Señora de las Tablas entonaban el Te Deum de maitines, para celebrar la Presentación de Jesús en el Tempo, fue presentado en aquella iglesia ante el Altar de la Madre de Dios el recién nacido, sucesor de la Corona de Aragón. Después lo llevaron a la iglesia parroquial de San Fermín, en el momento en que resonaba en ella el cántico Benedictus Dominus Deus Israel.
La Reina doña María, señora de Montpellier, llevó a la Capilla de Nª Sra. de las Tablas, 12 cirios de las mismas dimensiones, y a cada uno se le puso un cartel con el nombre de un Apóstol. Los encendió al mismo tiempo, y la Reina prometió dar a su hijo el nombre del Apóstol cuyo cirio permaneciese mas tiempo encendido: fue el del Apóstol Santiago.
"Este Rey de Aragón, don Jaime, fue el mas hermoso del mundo: era mas alto que todos los demás de un palmo, y muy bien formado en todos sus miembros; tenía el rostro grande, de buen color y fresco; la nariz larga y muy recta; boca grande y bien dibujada; dientes blancos y muy grandes, que parecían perlas; ojos negros, cabellos rubios, que parecían hilos de oro; hombros anchos, el cuerpo largo y esbelto, los brazos gruesos y bien hehos, y manos hermosas y dedos largos, y los muslos gruesos y bien hechos, y las piernas largas y rectas y gruesas para su medida, y los pies largos y bien hechos y muy bien calzados" (Desclot)
Sufrió herida durante el cerco de Valencia, donde bien cerca estuvo de perder la vida. La flecha sarracena que le hirió en la frente, dejó allí una profunda huella que no afeó sin embargo su rostro, orlado de cabello rubio. Aquel lance cerca de la puerta de Boatella, lo recordó el Rey: "Nada importante fue y yo mismo saqué la flecha con mis manos".
Él mismo veneró a su padre aunque su progenitor no lo hiciera de él: "El Rey mas leal que hubo nunca en España (Pedro II el católico), el mas cortés y amable. Era tan dadivoso, que sus rentas y sus tierras no le producía nada: tan buen caballero, que no lo hubo mejor en el mundo." Solo un defecto tenía en palabras de su propio hijo: que era un mujeriego:" Él era hom de fembres".
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