viernes, 25 de mayo de 2012

Arenga de Millan Astray en la primavera de 1921, antes del avance de Beni-Arós.



Arenga de Millan Astray en la primavera de 1921, antes del avance de Beni-Arós. 
“¡Caballeros legionarios! Sí. ¡Caballeros del Tercio de España, sucesor de aquellos viejos Tercios de Flandes. ¡Caballeros!... Hay gente que dicen que antes que vinierais erais..., yo no sé qué, pero cualquier cosa menos caballeros; unos erais asesinos y otros ladrones, y todos con vuestras vidas rotas, ¡muertos! Es verdad lo que dicen. Pero aquí, desde que estáis aquí, sois Caballeros. Os habéis levantado, de entre los muertos, porque no olvidéis que vosotros ya estabais muertos, que vuestras vidas estaban terminadas. Habéis venido aquí a vivir una nueva vida por la cual tenéis que pagar con la muerte. Habéis venido aquí a morir. Es a morir a lo que se viene a La Legión. ¿Quiénes sois vosotros? Los novios de la muerte. Los Caballeros de La Legión. Os habéis lavado de todas vuestras faltas, porque habéis venido aquí a morir y ya no hay más vida para vosotros que esta Legión. Pero debéis entender que sois caballeros españoles, todos. Como Caballeros eran aquellos otros legionarios que, conquistando América, os engendraron a vosotros. En vuestras venas hay gotas de la sangre de aquellos aventureros que conquistaron un mundo y que, como vosotros, fueron caballeros, fueron novios de la muerte. ¡Viva la muerte!“

sábado, 19 de mayo de 2012

El heroísmo del Cabo Luis Noval



"¡Fuego aquí! ¡Que son ellos!". Y en pleno combate en la oscuridad, los defensores de la posición de Zoco el Had de Beni Sicar, cerca de Melilla, dirigieron sus disparos hacia donde había sonado esa voz, logrando frenar el asalto de rebeldes rifeños en la noche del 27 al 28 de septiembre de 1909, ahora hace 100 años.

Ésas son las palabras que, según el Sargento Joaquín Álvarez, gritó desde fuera de la posición el Cabo Luis Noval y que resultan prácticamente coincidentes con los testimonios de otros defensores del parapeto.

A la mañana siguiente, sin que hubiera acabado el combate, al salir a hacer la descubierta los defensores encontraron el cuerpo sin vida del Cabo Noval "con el fusil fuertemente sujeto entre sus brazos, el cuchillo bayoneta ensangrentado y junto a él los cadáveres de dos moros", según la resolución del 19 de febrero de 1920 por la que se le concedió a título póstumo la Cruz de San Fernando de 2ª Clase, la máxima condecoración al valor que entonces se concedía a la Tropa.

En el parte de ese combate que remitió el mismo día el General Brualla, jefe del campamento, menciona que en el mismo episodio también murieron el Tambor Hermógenes Ríos y los Soldados Cándido Castro y José García, del Regimiento Príncipe, quienes serían escuchas que se replegaban o integrantes de la patrulla del Cabo Noval.

Luis Noval Ferrao había nacido en Oviedo el 16 de noviembre de 1887; sus padres eran Ramón y Perfecta; ejercía el oficio de ebanista. Al entrar en filas medía 1,64 de estatura; era Cabo de la 4ª Compañía del 1º Batallón del Regimiento de Infantería Príncipe nº 3 y había desembarcado en Melilla con otras tropas de refuerzo el 14 de septiembre anterior, integrándose en la División Sotomayor.

EL ATAQUE

A las dos y media, estando la luna oculta por las nubes, un numeroso grupo de rebeldes rifeños -evaluado en unos 1.500 individuos, de los que unos 500 serían beniurriagueles, los más belicosos- logró aproximarse a la posición avanzada de Zoco el Had de Beni Sicar (nombre que podría traducirse como "lugar del mercado de los domingos" de la cabila de Beni Sicar) y atacó por dos direcciones diferentes, el noroeste y el sur.

Una vez iniciado el ataque, los puestos avanzados de escuchas lograron retirarse a la posición fortificada pero la patrulla del Cabo Noval, ya cerca de las alambradas, se vio atrapada por un numeroso grupo de moros que, queriendo asaltar la posición, habían logrado que los del parapeto dejaran de disparar engañándoles al decirles que eran amigos, como era el caso de otros moros que apoyaban la acción española.

Pero ante el peligro del asalto inmediato, el cabo Noval, siendo plenamente consciente de las consecuencias de provocar el fuego de los defensores -ya que conocía que la única defensa de éstos era disparar cuanto más mejor y sin posibilidades de apuntar por la oscuridad-, gritó la frase que le llevó al mundo de los héroes. Y efectivamente, el fuego concentrado de los defensores evitó que tuviera éxito la añagaza.

Los ataques siguieron toda la noche, intentando los rebeldes asaltos al reducto y los lados oeste y norte de la posición, alguno de los cuales consiguió llegar hasta las alambradas.

El día siguiente, los rebeldes, quebrantados por el fuego de fusilería y de cañón de los defensores, se retiró a una cierta distancia pero siguió haciendo fuego sobre la posición hasta más de las 7 de la tarde, en que se retiró.

Las bajas españolas fueron 1 comandante y 9 de tropa muertos; 1 capitán y 15 de tropa heridos y 1 teniente y 1 soldado contusos.

http://www.revistatenea.es/RevistaA[....]rasypies/PortadaHome.asp?vmenu=home

viernes, 11 de mayo de 2012