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lunes, 27 de septiembre de 2010

LXXIV Aniversario de la liberación del Alcázar de Toledo


http://elalcazar.org


Tras duros combates de las fuerzas de el General Varela los días 26 y 27, y cuando se creyó que intentarían la liberación del Alcázar el día 28, el Mando, conociendo que la situación de los Defensores era crítica, unido al deseo de las fuerzas liberadoras, dio Orden de saltar al Alcázar en la tarde del día 27 de Septiembre. A la caída de la tarde, una Sección de Regulares al mando del Teniente Lahuerta y minutos después la 19ª Compañía de La Legión al mando del Capitán Tiede Zedem, entraron en el Alcázar. Se produjeron inenarrables escenas de emoción, y el asombro de los liberadores por la situación en que se encontraban los Defensores y haber podido resistir el Asedio.

El 28 de Septiembre entró en el Alcázar el General Varela.

El Coronel Moscardó le saludó con la conocida frase:



”Mi General, en el Alcázar, sin novedad”.



El 18 de Julio de 1936, Las Unidades Militares existentes en Toledo, enteradas del Alzamiento Nacional, iniciado el día anterior 17 de Julio, e identificadas con los ideales del mismo, decidieron sumarse al Alzamiento.

El Mando de éstas fuerzas militares correspondió al Coronel D. José Moscardó Ituarte que ya era Comandante Militar de Toledo y el de mayor graduación de las mismas.

Las escasas Unidades Militares lo componían:

· Las Academias de Infantería, Caballería e Intendencia, ubicadas en el Alcázar y Dependencias anexas, que en estas fechas, por ser época estival, no albergaban Cadetes y parte de su personal se encontraba de permiso. Los Cadetes que permanecieron en el Asedio fueron 9. Se localizaron por teléfono a siete de las Academias, otro estaba en Toledo y un Cadete de la Academia de Artillería de Segovia, de vacaciones en Toledo.
En total, las Academias formaron un contingente de 259 hombres: 2 Tenientes Coroneles, 6 Comandantes, 9 Capitanes, 10 Tenientes, 5 Alféreces, 3 Médicos Militares, 8 Cadetes, 48 Músicos, Cornetas y Tambores, 146 Suboficiales y Soldados, 3 Oficinas Militares, Guarnicionero, Armeros, Herradores, Picador Militar, Practicante y 12 Paisanos empleados en las Academias.

· La Escuela Central de Gimnasia, por el mismo motivo de las Academias de época estival, carecía de Alumnos. Su Director era el Coronel Moscardó. Su personal lo componía; 1 Coronel, 1 Comandante, 4 Capitanes, 1 Capitán Médico, 4 Tenientes, 1 Alférez, 1 Practicante, 34 Suboficiales y Soldados. Total 47 hombres.

· La Caja de Recluta nº 3 de Toledo, entre Oficiales y Soldados sumaron 10 hombres.

· La Fábrica de Armas, situada en la Vega, con un Coronel Director que no se sumó al Alzamiento, ni los 50 Soldados al mando de un Teniente, ni los obreros militarizados, que pertenecían en general a sindicatos o partidos izquierdistas. Si lo hicieron 2 Tenientes de Artillería. En la Fábrica de Armas, 1 Comandante y 18 Tenientes de Artillería, inscritos en la Comandancia Militar, realizaban un Curso de Precisión.

· Los Retirados del Ejército, que vivían en Toledo, lo componían 18 hombres.

· En la Comandancia Militar estaban inscritos el personal transeúnte o de vacaciones en Toledo y los que realizaban el curso de Precisión en la Fábrica de Armas. En Total 52 hombres.

· La Guardia Civil fue la Unidad que aportó más personal al Asedio.
o Toledo era la cabecera del 2º Tercio de la Guardia Civil, formado por las Comandancias de Toledo y Cuenca. El mando de la Comandancia de Toledo lo ejercía el Teniente Coronel D. Pedro Romero Basart. Esta Comandancia la formaban 4 Compañías: la 1ª y 4ª con cabecera en Toledo, la 2ª en Ocaña y la 3ª en Talavera de la Reina.

o La previsión del Teniente Coronel Romero Basart hizo posible que casi toda la Guardia Civil de Toledo Capital y Provincia participase de forma muy importante en la defensa del Alcázar.

o Un mes antes del Alzamiento, se entregó a cada Puesto, Línea y Compañía, un sobre lacrado, con instrucciones de concentración en Toledo muy detalladas, fechadas el 30 de Marzo de 1936, que no podían abrir hasta recibir la consigna “Siempre fiel a su deber”.
Al recibir la consigna el 18 de Julio, se inició la concentración en Toledo. Los Guardias llevaban su armamento reglamentario, objetos personales y familia.

El único grupo que no pudo llegar a Toledo, fue el de Tembleque, con 29 Guardias al mando de un Teniente. Cerca de Toledo, por falta de transporte y haber iniciado el ataque la Columna de Madrid, hizo imposible su llegada.


El total de Guardias Civiles en el Asedio fue de 693 hombres.


· También se sumaron a estas Unidades Militares, personal de la Guardia de Asalto, Seguridad y Vigilancia, con un total de 25 hombres.

· Personal perteneciente a Organizaciones Políticas o Independientes, sin instrucción militar y fueron militarizados, con un total de 110 hombres.

El Resumen numérico de los Defensores y Refugiados que permanecieron en el Alcázar durante el Asedio es el siguiente:

Comandancia Militar 52
Retirados 18
Escuela Central de Gimnasia 47

Academias 259
Caja Recluta nº 3 10
Asalto, Seguridad y Vigilancia 25
Paisanos militarizados 110
Paisanos no militarizados 22
(Chóferes de camiones requisados para transportar a la Guardia Civil)
Hermanas de la Caridad 5
Guardia Civil 693


Refugiados (Familiares) 544
· Mayor de Edad-Mujeres.... 185
· Mayor de edad-hombres.... 8
· Jóvenes-mujeres ................ 71
· Jvenes-hombres ............... 44

· (Hasta 17 años)
· Niñas ................................. 112
· Niños ................................. 103
· Jóvenes-sirvientas ............ 21

Total General....................................... 1.785


El día 18 de Julio a las 11 de la noche, grupos izquierdistas disparan a los guardias en Zocodover, resultando tres de estos, heridos. Se produce un tiroteo y resultan muertos cinco izquierdistas.

El día 19 de Julio se inicia la ocupación militar de Toledo por la Guardia Civil, reforzándose los destacamentos en lugares estratégicos como Bancos, Radio, Telégrafos, Correos, Catedral, Ayuntamiento, Zocodover, Alcázar, Puentes, Puertas, CAMPSA. etc.

En la Fábrica de Armas existían almacenados cerca de un millón de cartuchos de fusil y ametralladora, sin peines.

Distintas Autoridades gubernamentales comunican con el Coronel Moscardó y Teniente Coronel Romero Basart para que desistan de su actitud y entreguen las armas requisadas por la Guardia Civil y el traslado de los cartuchos de la Fábrica de Armas, y si en un plazo prudencial de tiempo no se cumplían estas ordenes se enviarían a Toledo tropas y aviación para “bombardear la Plaza”.
El día 21 de Julio a las 7 de la mañana se declara el Estado de Guerra.

Se refuerzan los destacamentos establecidos los días anteriores, principalmente el Hospital de Tavera con el personal de la Escuela Central de Gimnasia y Guardia Civil, para cerrar la entrada en Toledo desde Madrid, Fábrica de Armas, Ayuntamiento etc. Y se organiza el traslado de la munición de la Fábrica de Armas al Alcázar.

El General Riquelme requiere por teléfono al Coronel Moscardó cual es su postura. Al cerciorarse que están sublevados, le ordena de nuevo la entrega de las armas y munición. No se cumple ninguna orden.
Por la tarde, un avión arroja doce bombas. Más tarde se repite el bombardeo por otros 3 aviones.
A media mañana se observa la proximidad de la Columna motorizada de Madrid, compuesta por más de 2.000 hombres. Principalmente tropas regulares (Regimiento nº 2), Guardias de Asalto y milicianos, una batería de artillería y tres blindados.

Se inicia el combate contra el Hospital de Tavera que dura todo el día. Al día siguiente, la Columna de Madrid recibió nuevos refuerzos y continuaron los combates, apoyados por la aviación que, bombarde�� a las 5 y a las 10 de la mañana y a las 4 de la tarde.

La resistencia del Hospital de Tavera durante 2 días frente a la Columna de Madrid, fue muy importante. Permitió terminar la concentración de la Guardia Civil, el traslado de la munición de la Fábrica de Armas al Alcázar, 700.000 cartuchos y organizar la Defensa. A las 4 de la tarde, el Comandante Villalba ordenó la retirada al Alcázar.

El d��a 22 de Julio, la artillería enemiga rompe el fuego contra el Alcázar desde Pinedo, y El Alcázar queda sin corriente eléctrica.

Se retiran al Alcázar los retenes diseminados por Toledo.

Por falta de información, dada la situación general o las dificultades encontradas por los mismos para su llegada al Alcázar, no pudieron entrar en el Alcázar y por ello, no participaron en el Asedio, por hallarse de Servicios en la Capital, Banco de España, Fábrica de Armas, CAMPSA, Catedral y en el repliegue del Hospital de Tavera: 53 Guardias Civiles (1 G.C. muerto en el repliegue) y del Ejercito: 1 Capitán Médico (muerto en el repliegue), 1 Practicante (muerto en el repliegue), 3 Suboficiales, 3 del CASE y 9 Soldados.

El 21 de Julio se considera el inicio del Asedio, que finalizó el 28 de Septiembre (70 días).


sábado, 25 de septiembre de 2010

Comidos por el odio

Artículo tomado de Espada de doble filo
Bruno Moreno Ramos
Leo en InfoCatólica una noticia sobre la moción que aprobó ayer el Senado para modificar la finalidad oficial del Valle de los Caídos, con el voto afirmativo de todos los partidos menos uno. Ojalá me equivoque, pero, al leer la noticia, sólo puedo sacar una conclusión: están comidos por el odio. De lo que rebosa el corazón habla la boca. Por eso, en primer momento se siente una gran indignación, pero luego lo que predomina es la pena ante personas dominadas por un odio de décadas y décadas, transmitido de padres a hijos.
Y el odio es tan fuerte que la razón queda excluida y no les importa desvariar. ¿En qué cabeza cabe que una abadía, una basílica y una cruz sirvan a partir de ahora para “honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil y de la represión política que la siguió”? ¿Una abadía es un lugar apropiado para rehabilitar la memoria de aquellos que intentaron imponer la barbarie comunista y atea que terminó por engullir media Europa con resultados desastrosos y que tenía como principal enemigo a la Iglesia? ¿Deberán dedicarse los monjes a honrar la memoria de los que asesinaron a cinco mil sacerdotes y religiosos e innumerables laicos por el sólo hecho de ser católicos?
No olvidemos que el Valle de los Caídos ya recuerda a las decenas de miles de muertos católicos que están allí enterrados y que, equivocados o no, murieron por Dios y por España en cualquiera de los dos bandos de la guerra civil. Y, sobre todo, no olvidemos que no se trata de un museo, sino de un templo católico, dedicado a la oración. Se ora allí especialmente por los que murieron en la guerra, cualquiera que fuese su ideología e incluso cualesquiera que fuesen sus pecados, incluyendo a los perseguidores de la Iglesia. Ésa es la verdadera reconciliación. Por eso, resulta evidente que lo que se busca con esta moción no es en absoluto la reconciliación, sino la exaltación de aquellos que persiguieron a los cristianos, la revancha y el odio.
Me han resultado especialmente repugnantes las burlas de algunos parlamentarios contra Franco. Uno puede estar en desacuerdo con alguien que ha muerto y criticarle en todo lo que le parezca oportuno. Es incluso comprensible, aunque desaconsejable, guardar resentimiento hacia alguien que ya murió. Pero burlarse de los muertos, sean quienes sean, es indigno. En español, alguien que se ríe de los muertos sólo puede ser calificado como “cobarde” y “canalla”. No es, por desgracia, una novedad que tengamos políticos cobardes y canallas. Siempre los ha habido en la Historia. Pero creo que es algo nuevo que no les importe mostrar a las claras y públicamente su condición de canallas y cobardes, sin el menor pudor. Así nos va.
En realidad, lo que más les molesta no es Franco, ni la guerra, ni nada por el estilo. Lo que les molesta es que sea una gran cruz. Odian la Cruz, ya sea un monumento grandioso o un pequeño crucifijo en escuelas u hospitales, y buscan erradicarla en nuestro país. No es extraño que un parlamentario haya bromeado con volar la Cruz del Valle de los Caídos, porque, si bien aún no se atreven, todo llegará. Van paso a paso, como los niños que quieren ver hasta donde pueden llegar. Y odian la Misa. Odian que se celebre allí todos los días. Odian que se pida por Franco y por los muertos del bando nacional. Y aún odian más, diría yo, que se pida también por los republicanos, porque el odio aborrece el perdón.
En cierto modo, este tipo de cosas, aunque tristes, son lo que deberíamos esperar. La Cruz siempre ha sido signo de contradicción para el mundo. Y lo será en mayor medida cuanto más real sea nuestro cristianismo. Un cristiano que reza, que proclama públicamente su fe y que perdona a los que le hacen mal es, inevitablemente, signo de contradicción. Que Dios nos libre a todos del odio y que la Cruz nos recuerde siempre que el cristiano, con la gracia divina, está llamado a amar a sus enemigos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Blas Piñar: “la de ahora es una derecha sin Dios”

www.albadigital.es

Se retiró de la primera línea hace años, en parte por voluntad propia, en parte por voluntad ajena. Esta última se verifica cada vez que, por el motivo que sea, se conmemora la Transición y de la lista de invitados se cae su nombre, que, aunque a la contra, tuvo su papel protagonista.

-Que le marginen a uno… ¿genera resentimiento?

-Ciertamente duele, pero al mismo tiempo alegra: es algo que ofrecer a Dios. Las cruzaditas también sirven.

-¿Se ha sentido arrinconado por unos y otros?

-Hasta la Transición yo tenía muchísima relación con el episcopado. Luego la cosa cambia.

-¿La razón?

-La necesidad de la jerarquía de adaptarse a la nueva situación, lo cual lleva consigo una manifiesta hostilidad hacia lo que yo podía representar políticamente.

-A los enemigos de uno y otro lado ¿les perdona?

-Sí. Y no sólo eso: les encomiendo al ángel de la guarda.

-¿Al ángel de la guarda?

-Siempre he sido devoto, más si cabe con los años. Lo siento como a un compañero.

-Hablando de compañeros: Antonio Rivera.

-Al que, por cierto, llamaban el Ángel del Alcázar. Tiene una frase digna de código de deontología militar: “Tirad, pero tirad sin odio”. Antonio y yo éramos íntimos amigos.

-Usted fue de los promotores de su proceso de beatificación.

-Proceso que se paró en cuanto llegó a Roma. Si se ha sido combatiente, la Santa Sede le separa a uno de la causa de beatificación, por muchas muestras de virtudes heroicas que se hayan podido dar. No estoy de acuerdo con este criterio.

-¿Quiere decir que la Iglesia se equivoca?

-Quiero decir que hay teólogos que opinan lo contrario. Y sí, la Iglesia, en su aspecto humano, se equivoca; no así como Esposa de Cristo.

-Otro punto de fricción: la confesionalidad del Estado.

-El Magisterio la ha defendido. Otra cosa es que la Iglesia se haya desdicho de su propia doctrina. Cuando la política se separa de la religión, la sociedad cae en la anarquía. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

-Pero eso está referido al matrimonio.

-Las palabras de Cristo Evangelio se aplican a casos concretos, pero tienen un valor universal que suele pasar desapercibido.

-¿Qué otras cosas Dios ha unido y no debe separar el hombre?

-Intimidad y fecundidad. Hoy hay intimidad sin fecundidad (anticonceptivos) y fecundidad sin intimidad (inseminación artificial).

-Más ejemplos pero con otras máximas evangélicas.

-”Dejad que los niños se acerquen a mí”. El que trae hijos al mundo y los educa cristianamente está dando perfecto cumplimiento al contenido de esa frase.

-Usted ha tenido ocho hijos.

-Y cuarenta y cuatro nietos, y este año llegaremos al bisnieto cuarenta. Tengo que ponerles un dorsal, como a los futbolistas, porque me armo cada lío… También tengo que escribir al Santo Padre.

-¿Pidiéndole qué?

-Que suprima la fiesta de Reyes. A este paso, mi economía va a quedar más maltrecha que la de España con Zapatero.

-Tiene sentido del humor.

-A veces en exceso. Pero es algo que me ha servido de mucho. A mi buena relación con Bandrés, diputado de Euskadiko Ezkerra, contribuyó el humor. Él lo tenía. También tuvo conmigo gestos nobles, como avisarme de un atentado de ETA.

-¿Y Dios? ¿Tiene sentido del humor?

-¡Muchísimo! La prueba está en los Evangelios: qué conocimiento tan profundo tenía Jesús del hombre, con qué ironía -deliciosa, finísima, a lo divino- se dirigía, en ocasiones, a sus adversarios.

lunes, 20 de septiembre de 2010

XC aniversario de la Legión

Con fecha 28 de Enero de 1.920 un Real Decreto recoge el siguiente texto "con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por el que han de regirse serán fijados por el Ministro de la Guerra", breve texto cuyo objetivo queda magnificamente explicado en la exposición que precedía al Real Decreto "(....) disminuir los contingentes de reclutamiento en nuestra Zona de Protectorado en Marruecos, inclina al Ministro que suscribe a aconsejar, como ensayo, la creación de un Tercio de Extranjeros...".
Para que la Legión no quedara en "ensayo", era necesario que, quien tenía la responsabilidad de llevarlo a termino, de probada valía, tuviera el apoyo de hombres de gran talla militar. El destino hizo coincidir, tiempo atrás, al Comandante Millán Astray con el Comandante Francisco Franco en un curso en la Escuela Central de Tiro.
La amistad cuajada en este encuentro, serviría posteriormente para que Millán Astray ofreciera el puesto de lugarteniente a Franco, que fue, sin duda, piedra angular en la exitosa organización de la Legión.
Muchas debieron ser las dificultades que se vencieron, ya que no fue hasta el 20 de Agosto de 1.920 cuando se publica un Real Decreto cuyo primer artículo dice "Se procederá desde luego a la organización de la citada unidad..." su redacción, sin duda, da referencias del tesón del fundador.
El artículo 3º encierra, entre sus líneas de marcado carácter económico, las razones que motivaron la creación de la Legión: "El aumento del gasto que ocasione la creación de la citada unidad será compensado con las economías que se obtengan, como consecuencia de dejar sin cubrir todos las bajas que ocurran en las tropas peninsulares de África durante el actual ejercicio, por repatriación de unidades, y, entretanto, por el licenciamiento de individuos del tercer año de servicio en las referidas tropas, en la proporción de dos de éstos por cada soldado filiado en el Tercio."
Unas semanas más tarde, el 2 de Septiembre, es nombrado al mando del Tercio el ya Teniente Coronel de Infantería Don José Millán Astray Terreros. La Legión estaba definitivamente en marcha y dos días después aparece en el Boletín la organización del Tercio de Extranjeros del que debemos destacar, entre sus 46 reglas, la número 2: "Este cuerpo habrá de emplearse tácticamente como de primera línea y en todos los servicios de paz y guerra, sin otro límite que el de su utilidad militar", muestra de la que será en adelante obsesión del fundador: Imbuirla de un elevado espíritu militar y ofensivo, de entrega y sacrifico permanente. Objetivo que consiguió brillantemente y a lo que contribuyó, de singular manera, el Credo Legionario por él redactado.
Si bien este Real Decreto determinaba como fecha de inicio de la recluta el 4 de Octubre, fue tal el éxito inicial que el día 20 de Septiembre se produjeron los primeros alistamientos, iniciándose la andadura real de la Legión.
Los primeros días
El Cuartel del Rey en Ceuta es la primera ubicación de la recién fundada Legión. Allí, Millán Astray, con sus primeros oficiales elegidos entre aquellos voluntarios con mejor historial en las campañas de Marruecos, se preparan para, plenos de ilusión, vencer las naturales dificultades de una empresa de esta envergadura.
La recepción de los primeros legionarios esta cargado del espíritu que el fundador quiso dar a su Legión. Se les recibió con frases como "....combatiréis siempre en vanguardia, la muerte se convertirá en vuestra insuperable compañera. Moriréis muchos, quizás todos....".
El 10 de Octubre se incorpora, como Lugarteniente del Fundador, el Comandante Franco. Se hace cargo de la instrucción de la nueva unidad y funda la 1ª Bandera.
Esta, con dos compañías de fusiles al mando de los Capitanes Pablo Arredondo Acuña, laureado, y Luís Valcazar Crespo; junto a una compañía de ametralladoras con el Capitán Eduardo Cobo Gómez a su frente, marchan el 16 del mismo mes al Campamento de Dar-Riffien. Allí se levantó el acuartelamiento que sería, desde entonces, la casa solariega y entrañable de la Legión.
Las previsiones se ven desbordadas y en apenas dos meses se organizan la 2ª y 3ª Banderas. La Legión ya es una realidad. Ahora solo falta la oportunidad de demostrar su valía, de la que tan seguro estaba su creador. Pero el mando tiene reservas en la utilización de estas novedosas unidades en sus columnas, quedando la Legión relegada a servicios de retaguardia.
El Tercio sufre la primera agresión el 7 de Enero de 1.921, fecha en la que es atacada una escuadra de la 6ª Compañía de la 2ª Bandera, falleciendo el Cabo Baltasar Queija Vega, primer muerto de la Legión.
La 4ª Compañía de la 2ª Bandera es la unidad legionaria que sufre el primer ataque de importancia. Ocurrido el 16 de Enero de 1.921 durante una protección de camino entre Zoco el Arbaa y Xarquia Xeruta en la que resultó muerto su Capitán, Don Pompilio Martínez Zaldivar. La reacción de la 5ª y 6ª Compañías a este ataque fue contundente, retirándose el enemigo diezmado. Esta acción es citada con elogio por el General Berenguer, Alto Comisario, al Vizconde de Eza, Ministro de la Guerra.
Este hecho cambiaría el empleo de las unidades legionarias, pasando desde ese momento a formar parte en las operaciones ofensivas, si bien, y contrariando el deseo de los legionarios, tan solo en la retaguardia del grueso.
Al fin, el 29 de Junio de 1.921 llegaría la oportunidad en Buharratz, donde la 3ª Bandera quedó en primera línea de fuego a resultas de una maniobra enemiga.
Este combate mantuvo un duelo verdaderamente sangriento que cambia la suerte de la lucha consiguiendo rechazar al enemigo tras infringirle numerosas bajas.
Doce muertos, de ellos un oficial, veintidós heridos incluidos tres oficiales y una Medalla Militar en la persona del Capitán de la 9ª Compañía D. Camilo Alonso Vega, marca un nuevo estilo. Los legionarios de Millán Astray se consagran como extraordinarios combatientes.
En lo sucesivo, ningún general querrá prescindir de una Bandera Legionaria entre las unidades de sus columnas.
BIBLIOGRAFÍA: El Pueblo de Ceuta 18-09-05 LXXXV ANIVERSARIO DE LA LEGIÓN

domingo, 19 de septiembre de 2010

viernes, 17 de septiembre de 2010

El cura de Malvinas


Esta es la increíble historia de un cura en las Islas Malvinas durante el conflicto bélico de 1982. Vicente Martínez Torrens, es un sacerdote de la Orden de San Francisco de Sales, es decir un Salesiano, conocida la obra por Don Bosco. Fue el primer sacerdote que llegó a las Islas el 3 de abril después del desembarco recuperador de nuestra soberanía. El cura Martínez, como era conocido, escribió los manuscritos y sacó las fotos que ilustran su libro llamado: "Dios en las trincheras" que contiene más de 200 cartas que le hicieron llegar los argentinos que combatieron en las islas. Durante muchos días Vicente fue el único sacerdote para contener a miles de soldados en medio del infierno de la guerra. Al llegar a Malvinas en un Hércules C-130 (la chancha) este cura tenía 41 años, su primer destino fue el que hasta entonces ocupaban las tropas inglesas, La Royal Marines. Armado con la cruz y una "birome" a pie, en jeep o en un helicóptero, este ángel uniformado recorrió Soledad y Gran Malvina, llevando consuelo espiritual, o celebrando Misa y en otras ocasiones dando la extremaunción, para acompañar con la palabra de Dios a los más de 11 hombres que componían el ejército de recuperación.El cura Martínez, se escabulló entre las tropas inglesas, tres días después de la rendición, (alto el fuego) llevando sus notas minuciosamente foliadas y un archivo con la lista de las 326 bajas argentinas. Este religioso salesiano, designado por el Benigno Roldan, para dar los servicios religiosos a nuestras tropas, hizo más que eso, curó heridos y personalmente dio cristiana sepultura a los cadáveres argentinos. Cuando terminaban de revisar y acomodar a los últimos heridos que volvían al continente el 15 de junio, un joven soldado herido se le acercó diciéndole: "padre usted es el único al que puedo encomendar esto" entregándole un bulto que contenía dos improvisados envoltorios, " ... no puede caer en manos enemigas".le dijo aquel soldado al cura. El padre Vicente abrió los paquetes y ocultó prolijamente el contenido entre sus ropas, se escabulló entre las patrullas inglesas, cuando aun se escuchaban algunas detonaciones de las últimas escaramuzas que se daban ante las exhaustivas requisas que ejecutaba el enemigo. Al llegar al remolcador Yeguin que lo llevaría con destino al rompehielos Almirante Irizar, que se había acondicionado a modo de hospital, para recibir a los heridos, sintió que la misión que le había encomendado aquel soldado, llegaría a buen termino. "Cuando una bandera se pierde en guerra, no se repone, se reconquista". Después de cuatro largos meses llegó a Monte Caseros, Provincia de Corrientes e hizo entrega de la bandera del Regimiento de Infantería 4, formado ante él, solamente con el asta desnuda de bandera. Este fue el encargo que le diera aquel soldado argentino, aquél que sabía que los ingleses buscaban los banderines de los regimientos argentinos, para poder canjearlos por los que el ejército británico perdiera en las invasiones inglesas y que se exhiben hoy en la iglesia de Santo Domingo. Esa insignia argentina del Regimiento 4, con los colores azul y blanco tiene origen en 1814 en el sitio de Montevideo, en los combates de Juncal y Uruguayana y durante las contiendas de Malvinas. La inteligencia británica incluida en todos los regimientos buscaban afanosamente la bandera de los regimientos argentinos, la consigna fue dada antes del primer combate, se ordenaba que se capturasen todas las banderas argentinas. Las dos banderas inglesas que se exhiben en Santo Domingo son del 71st pertenecen al Primer batallón. El segundo batallón, aunque existía, no salió nunca de Escocia, los efectivos que eran entrenados allí eran enviados a reemplazar las bajas del 1er batallón. Cada regimiento Británico tiene 2 banderas, la primera, es el Estandarte del Rey (Kings Colour), esta bandera es la de la Union, y es el estandarte que otorga el Rey al Regimiento. La segunda bandera es la del Regimiento, (Regimental or Colonel's Colour). El color de esta bandera se rige dado los colores de los puños y cuello del regimiento, por ejemplo el 71st los tiene de color Ante o beige, por ello la bandera es de ese color. El regimiento 88 lo tiene amarillo, el 79th lo tiene verde. Esto afecta el color y el diseño de la bandera del Regimiento. Como la bandera del Regimiento no es estandarte Real no lleva el monograma real GR. Pero sí lleva la pequeña bandera de la Unión en el costado superior izquierdo. Y la corona que envuelve al estuche que tiene el número del regimiento está compuesta por las flores nacionales del Reino Unido, los cardos escoceses, la Rosa de Inglaterra y los tréboles de Irlanda.
Dios en las trincheras, fue casi una obsesión para el Padre Vicente, comenzó con la idea, el 6 o 7 de abril del 82, cuando los ingleses aún estaban lejos y casi todo era festejo y patriotismo. La idea fue llevar notas de los sucesos como lo hacían los antiguos sacerdotes salesianos a modo de "Crónicas Salesianas". En alguna de sus charlas el cura Vicente relata, "ante la metralla y las bombas inglesas con altísimo poder, de qué servía refugiarse detrás de los parapetos, por esodejé mi vida en manos de Dios y me olvidé de las bombas y las balas", prosigue:"pero ahora necesito volver físicamente a las Islas para arrodillarme y rezar frente a las tumbas de los héroes". Este cura español que nació en Alicante, hoy tiene 66 años, llegó a la Argentina a la edad de ocho, se crió en general Roca, provincia de Río Negro, en 1970 se ordena sacerdote e ingresa a la orden de los Salesianos, desde hace más de diez años está trabajando en el Archivo Salesiano del Colegio Don Bosco, de Bahía Blanca. El primero en llegar y él último en irse, Vicente aun eleva la voz, lamentando el proceso de desmalvinización que se da hoy en nuestra Argentina, despotrica en contra de la película "Los chicos de la guerra" porque dice que mienten y no cuentan toda la verdad , sin dejar de reconocer que se cometieron excesos con los soldados y comentaque la idea original de los militares en ese momento en que gobernaban el Pais, era expulsar al ejército inglés de las Islas Malvinas, izar nuestra Bandera Nacional Argentina y negociar en la ONU, sin llegar a la guerra. (obvio, esto se hacia por razones políticas de los militares). En otro párrafo duda de las bajas admitidas oficialmente por el enemigo. "Revisé todos los diarios del mundo y en ningún lado aparece el regreso de los gurkhas nepaleses que atravesaron corriendo 36.000 bombas antipersonales que rodeaban Puerto Argentino". Por algo la "Dama de hierro" impuso el secreto de guerra por 90 años, no quiere que se conozca a una nación del tercer mundo, sacudía por tercera vez a la segunda potencia mundial. El padre Vicente tiene un ficha personal de cada uno de los 649 argentinos muertos durante el conflicto (323 fallecidos en el ataque al Belgrano) y un completo diario de guerra que escribió en Malvinas donde se atiborran los terribles recuerdos vividos y sufridos por la tropa argentina. Este cura se movía con total libertad, ya sea en la Gran Malvina como en Soledad y estuvo a metros del encuentro clave que sostuvieron Jeremy Moore y Benjamín Menéndez para darle fin a la guerra.
Testigo
"En Bahía Agradable fui testigo de que manera desaparecían las fragatas y destructores ingleses y yo me pregunto qué nación le infligió tanto daño a Inglaterra. Es justo también decirlo que no nos pasaron por encima", relata. Agrega: "Si ellos son los ganadores tendrían que mos trar lo bien que le fue y el poco costo que pagaron por esa conquista pero la señora Margaret Thatcher, en uso de sus funciones, impuso un secreto de guerra de no revelar absolutamente nada por 90 años, hasta el 2072". "Respeto y les creo a los soldados que dieron testimonio sobre las carencias que pasaron en el frente porque yo mismo me encontré con dos muertos por desnutrición y fatiga. Existió y fueron casos puntuales, pero no fue la generalidad de los 11.000 soldados. Una compañía la pasó muy mal, eran los que estaban en Puerto Yapeyú (Howart) porque ellos quedaron localizados frente a la playa de desembarco de los ingleses. Entonces no se los podía reabastecer, se trató de llegar con toda la picardías criollas pero no se pudo. Se mandó al "Isla de los Estados" y lo hundieron, se mandó al "Carcarañá" y lo hundieron, otro barco pudo escapar pero no pudieron reabastecerlos". Cuenta que estos soldados se estaban alimentando con 1.200 calorías diarias para racionalizar los alimentos cuando por la tensión y el frío necesitaban 3.000 calorías. "Respeto todas las visiones porque les creo, pero es muy parcial. Al soldado se lo metió en un pozo de zorro setenta días y no pudo ver la guerra en su conjunto. Hay que respetarla y aceptarla. Por mi oficio, y el haber sido capellán único durante mucho tiempo, pude recorrer la isla Soledad desde el cabo San Felipe hasta Monte Kent, desde Moody Brook hasta Puerto Enriqueta. Tenía un helicóptero con un piloto a disposición y pasamos varias veces el canal San Carlos" cuenta.
Llegó a dar ocho misas en un día
En Malvinas el Padre Vicente tuvo mucho trabajo. Durante muchos días fue el único sacerdote para atender en la fe a miles de soldados. Si bien el derecho canónico permite dar hasta 3 misas por día, en casos excepcionales se autoriza a más. Fue así que llegó a dar ocho misas en un solo día. Tenía una agenda con día y hora de los lugares a visitar. Asegura que nunca les falló a pesar de los bombardeos y las continuas alerta rojo. Una vez ocupada la isla, en la cabecera del aeropuerto se enterró un rosario y se puso la pista bajo la protección de la Virgen. "Los ingleses le tiraron 1.200 toneladas de bombas y ninguna le dio hasta el fin de la guerra, que estuvo operable. El último avión salió de esa pista el 13 de junio a las 20 horas". De su diario personal extrae unas anotaciones realizadas el 8 de mayo por un hecho que ocurrió en la misa de la Virgen de Luján. "El soldado telefonista recibe la información de que venían 2 aviones Sea Harrier por el oeste. Correspondía alerta rojo y desbandarnos. Pero el jefe dijo que estábamos en misa y procesión, y no nos iban a detener. Yo no podía dejar mal parado al jefe, porque ese era un acto de fe. Los Sea Harrier no aparecieron nunca". Otro hecho que lo marcó ocurrió durante una misa. "En momentos de la consagración, cuando elevo la hostia, veo que viene un Sea Harrier tomando posición para bombardeo. Me arrodillo y le digo a todos lo que tenía en el frente, rodilla a tierra. Cuando estaban en esa posición, la bomba cayó detrás del último hombre, sin herir a nadie". Agrega: "Hay dos explicaciones; una de fe y es que seguíamos teniendo protección de la Virgen. En tanto la explicación técnica era que esas bombas de 500 kilos hacen un cráter de 12 metros por 4 de profundidad. Al estallar lo hacen en forma de cono, y por lo tanto la onda expansiva salió en forma de V, sin afectar los que estábamos muy cerca". (ARC)

  • Extraido de: http://www.taringa.net/posts/info/1817751/Increible-Historia-del-Cura-de-Malvinas.html

domingo, 12 de septiembre de 2010

España, unidad de destino


Por Luis Suárez, www.arbil.org

El último premio nacional de historia analiza la constitución básica de la nación española, el modo en que se encuentra constituido el cuerpo nacional. Una constitución histórica basada en la dignidad del hombre y que en política se identifica con un sentimiento de lealtad y no fidelidad: El ejemplo más significativo. A finales del siglo XV llegó a uno de estos reinos de España, Navarra, la hora definitiva de elegir entre la fidelidad debida a unos Reyes, perdiendo en ella su ser hispánico, su libertad, su condición de reino y sus fueros, o la integración en esa misma España que permitía ganar fuero y reino, Corte y libertad. Lógicamente escogió lo segundo.
Desde Ockham y el nominalismo exagerado, se ha apoderando de Europa una corriente -que ha llegado fuerte hasta nuestros días- que niega al hombre su calidad de persona que se trasciende, para convertirle sólo en individuo. Se afirma que los países, las naciones, las entidades y la misma Iglesia, no son entes en sí mismos, generadores de un derecho, sino solamente sumas de individuos y que, por tanto, la verdad en una decisión no puede establecerse por fidelidad a una herencia recibida sino sólo como resultado de la mayoría de votos. Frente a esta corriente, España reacciona efectuando una reforma religiosa, filosófica y política que, en lo más íntimo, no hacía sino afirmar el principio de que el hombre se trasciende, fuera de sí mismo, hacia el prójimo y hacia Dios, hacia su tierra y hacia la comunidad de que forma parte.




Los historiadores nos vamos acostumbrando a establecer la ambivalencia de la palabra constitución hay mucha diferencia entre el enunciado constitutivo -la nación es así- como el que poseen los Estados Unidos, sin escribirlo Inglaterra, y el enunciado constituyente. Cuando el enunciado es constitutivo no se pretende inventar nada: se recoge la herencia que la Historia ha creado en nuestro país y de la que los ciudadanos de hoy no pueden considerarse dueños, pues pertenece a los que vivieron antes y a los que han de venir después. Pero en cambio cuando se trata de buscar un texto constituyente -y esto sucede desde la Revolución francesa y entre nosotros desde la Constitución de 1812- no se pretende respetar (o que hay; sino imponer al futuro una determinada dirección. Sólo así se comprende que haya una Constitución española que empiece con un capítulo tan inefable como el que afirma que los españoles "serán. buenos y benéficos" -¡Dios mío, qué tendríamos que hacer con los malos!- o aquella de la República española que, como ustedes recuerdan, decía de España que es un "República de trabajadores de todas clases". ¿Y los no trabajadores?

No se rían... no nos riamos... En la Constitución actual se habla de regiones y nacionalidades. Se apunta a esto, para crearlas, aunque no existan. Y esa es la tremenda interrogante de futuro que cobra en nuestros días sentido dramático.

En cambio, el primero de los principios del Movimiento Nacional -y haría falta un curso entero para explicar lo que esto significa- afirmó precisamente que "España es una unidad de destino en lo universal". Se incorporan en ella dos conceptos muy fundamentales. Primero que España es y no necesita llegar a ser; es la herencia que hemos recibido con cierta estructura. Segundo, que hemos de amar a España no porque nos guste, pues amar lo que gusta carece de mérito, sino precisamente con el sentido serio y dramático de la existencia, aunque no nos guste. Más aún, precisamente porque no nos gusta, y no con el amor de sensualidad que une al aldeano con su valle, sino con el amor que trasciende al hombre y le une en unidad de destino, desde el pasado al futuro que tiene que construir.

En la mente de Dios los españoles hemos recibido algo y somos llamados a responder. Lo que Dios reclama a cada una de las generaciones de españoles es que sepa asumir libremente la herencia de ese algo esencial que somos y responda de ello. Quisiera ahora que se me permitiese usar de mi oficio de historiador -doy lo que tengo y no puedo hacer otra cosa- para tratar de explicar cómo yo mismo y los historiadores actuales vemos a España.

El año 754 un anónimo cronista mozárabe que vivía en Córdoba, refiriéndose a la conquista de España por los musulmanes, acuñó una frase: "La pérdida de España." No puede perderse algo si antes no ha existido. Antes del 711, en la mente de ese monje mozárabe, España ya existía: había sido creada por mano de Roma, de la que recibió fundamentos esenciales de su ser, como el derecho que respeta la entidad de la persona y considera el ejercicio de la libertad como un juego entre ley y deber; la lengua latina, tronco inicial para la expresión del pensamiento, el concepto jurídico de la familia, la organización del municipio y, por último, el Cristianismo, que dio a los españoles una especial sensibilidad para la trascendencia. Todo esto, que se estaba fundiendo en un gran crisol, en una manera de ser que arrancaba de San Isidoro el laudes Hispaniae -qué duda cabe de que hoy San Isidoro sería motejado de nostálgico- y estaba logrando con los concilios de Toledo un primer esquema político, es lo que se rompe el 711 provocando la exclamación del mozárabe.

Por eso la primera gran tarea nacional fue precisamente recobrar aquella España perdida. De ahí que hablemos de Reconquista. Se preguntaba Ortega y Gasset cómo puede llamarse reconquista a algo que dura tanto tiempo. Precisamente porque dura ese tiempo, porque es ganar día a día, siglo a siglo, una tierra, la llamamos Reconquista. Durante los siglos centrales de la Edad Media los españoles que nos precedieron se sintieron unidos lentamente a esa tierra, a la que amaron como aman los guerreros. Por eso es en España el amor a la patria un amor real, físico y casto, y por eso también en la épica española encontramos una penetración profunda de conciencia histórica y no de mitología. Nuestros grandes personajes son seres apegados a la tierra y dotados del sentimiento de su propia dignidad. El Cid o Fernán González aparecen como hombres de carne y hueso. Al mismo José Antonio Primo de Rivera llamaba mucho la atención aquella frase del Poema del Cid, tantas veces repetida: ¡Dios qué buen vasallo si oviera buen señor! Esta es una de las características fundamentales del señor español. Si la frase se analiza bien, da por sentado que el vasallo es bueno: lo que en nuestro país no está tan seguro es que el señor lo sea también...

En la más antigua conciencia política castellana, la dignidad del hombre se identificó con un sentimiento de lealtad y no fidelidad. España no imagina un héroe como el de la Canción de Rolando, que prefiere morir antes de tocar el cuerno que le permite llamar en su auxilio al emperador. Aquí los reyes y los vasallos tienen que tratarse con la misma recíproca lealtad. Lo que verdaderamente inspiraba emoción a los españoles de la Edad Media, era la figura del Cid cuando tomaba al Rey sobre los evangelios, el juramento de que nada había tenido en la traición que costara la vida a su hermano. Así, en las relaciones entre monarca y súbditos, entre señor y vasallo, nació el fundamento trascendental de nuestra libertad.

Por razones militares, la Reconquista impuso la diversificación de poderes: había que hacer frente a un enemigo numeroso y superior era preciso abrir el frente y dividir los lugares de la batalla. Por eso nacieron diferencias regionales. Pero cuando la Reconquista termina, a mediados del siglo XIII, se plantea el retorno a la unidad: pues nadie duda que la unidad es superior a la división. Hemos tenido que llegar a nuestros días para que pueda presentarse la pluralidad como mejor. Pero esto es, desde el punto de vista de un historiador, sólo una aberración.

Podría señalar con detenimiento las etapas exquisitas a través de las cuales se fue fortaleciendo el concepto de soberanía, depositado en la Corona real, sin privar a nadie de la riqueza variada de las regiones, pero creciendo en la unidad, en lugar de deshacerla. Voy a mencionar sólo el ejemplo más significativo. A finales del siglo XV llegó a uno de estos reinos de España, Navarra, la hora definitiva de elegir entre la fidelidad debida a unos Reyes, perdiendo en ella su ser hispánico, su libertad, su condición de reino y sus fueros, o la integración en esa misma España que permitía ganar fuero y reino, Corte y libertad. Lógicamente escogió lo segundo. Por eso ha sido Navarra, hasta nuestros días, la más españolista de las regiones españolas.

Algunas veces se ha dicho que la unidad española fue creada de acuerdo con el modelo de Castilla. No es cierto. El modelo que se usó fundamentalmente fue el de la Corona de Aragón. Sin embargo, aquella soberanía organizada sobre la unidad y respetuosa con lo que era diverso y peculiar, aseguró a España el papel de primera potencia mundial que ya fuimos a finales del siglo XV y durante el siglo XVI. Es curioso e importante señalar a este respecto otro detalle: nunca los cronistas contemporáneos de los Reyes Católicos llamaron a estos creadores o forjadores de la unidad española, sino restauradores. España existía desde mucho antes y había sido gloriosamente restaurada.

Así surgió la mejor forma de Estado que ha conocido Europa, la Monarquía católica, tradicional y representativa, a la que precisamente el Caudillo aludió muchas veces para ponerla en contraposición, con la de los tristes episodios que España había tenido que vivir en las últimas etapas del siglo XIX, y primeras del XX. Y fue la mejor forma de Estado, porque estaba descubriendo lo que mucho más tarde se ha presentado como libertad jurídica para los súbditos. En 1188 inventamos las Cortes; que el Parlamento inglés no es otra cosa que adaptación de las instituciones castellano-leonesas, hecha por Simón de Monfort. Vino luego la fijación por escrito del Derecho, de la estructura jurídica de la sociedad y, por último, la conciencia de que las libertades públicas nacen precisamente del encuentro entre hombre, tiempo e Historia.

Yo recuerdo la sorpresa que representó para mí, al leer por vez primera el Fuero de Navarra de 1275, comprobar que comenzaba hablando de don Pelayo y Covadonga y del modo "como los montañeses comenzaron a facer rey". De allí, de la raíz unitaria de la Reconquista, había salido todo, incluso el crecimiento de cada uno de los estados que componen esa única nacionalidad española.

En el siglo XIV el proceso de transformación de esta forma de Estado que es la Monarquía tradicional, dio un salto gigantesco al establecer, por vez primera, tres esferas de poder autónomo: legislativo de las Cortes, judicial de la Audiencia, ejecutivo de los Consejos. Multiplicando estos Consejos, España se adelantaba a crear un estado de derecho, respetuoso para la libertad y la dignidad del hombre. Pues también los reyes estaban sujetos a la ley y no exentos de ella. Cuando se compara a Isabel la Católica con cualquiera de sus reyes contemporáneos, la diferencia es abismal: junto a ella o su marido Fernando, Enrique VIII no pasa de ser un grotesco tirano arcaizante Tenemos que tener el valor de decir también las cosas de que nos enorgullecemos.

Todo esto sucedía en el momento en que, a causa de Ockham y del nominalismo exagerado, se estaba apoderando de Europa una corriente -que ha llegado fuerte hasta nuestros días- que negaba al hombre su calidad de persona que se trasciende, para convertirle sólo en individuo. Los nominalistas afirmaron que los países, las naciones, las entidades y la misma Iglesia, no eran entes en sí mismos, generadores de un derecho, sino solamente sumas de individuos y que, por tanto, la verdad en una decisión no podía establecerse por fidelidad a una herencia recibida sino sólo como resultado de la mayoría de votos. Claro es que Ockham fue consciente de la barbaridad que esto significaba, y trató de remediarla mediante una fórmula que podemos brindar como solución para sus angustias a los políticos de nuestros días:

La mayoría tiene razón cuando es al mismo tiempo la parte mejor y la más sana, pues en caso contrario, aunque sea mayoría, no tiene razón.

Frente a esta corriente, España reaccionó efectuando una reforma religiosa, filosófica y política que, en lo más íntimo, no hacía sino afirmar el principio de que el hombre se trasciende, fuera de sí mismo, hacia el prójimo y hacia Dios, hacia su tierra y hacia la comunidad de que forma parte. Tal es la gran reforma española que se inscribe entre 1375 y 1530. Frente al mundo, España defendió ciertas cosas esenciales que tampoco entonces estaban de moda. Defendió la dignidad del hombre porque es una criatura de Dios. Defendió la capacidad de la razón para comprender, pero no para dominar. Defendió la relación que existe entre verdad y libertad, siendo la segunda hija de la primera. Defendió que el honor y la lealtad, el respeto a la palabra dada y el cumplimiento de lo que se jura, son normas esenciales de la conducta.

Todo esto queda reflejado en el orden del pensamiento y en nuestras aportaciones a la cultura. Así dimos las leyes de Indias que trataban a los pieles rojas como seres humanos, y el Derecho de gentes de Francisco de Victoria, y las prelaciones del Padre Suárez, y la razón de la razón en el Quijote. Fijaos en la frase de Cervantes, cargada de sentido: don Quijote no se vuelve loco simplemente por leer libros de caballerías -esos eran incapaces de enloquecer a nadie-, sino porque penetraban a través de ellos mensajes como aquel de la razón de la sin razón que a mi razón entontece, etc. ¿No es la razón de la sin razón un antecedente de la crítica de corazón pura y de la razón práctica? El Quijote, decía Unamuno, es como una reivindicación de la razón sujeta al servicio del hombre. Dimos también al mundo el sentido profundo de la existencia humana, que no cobra valor como en el sueño que es tránsito, mientras no tiene en cuenta el objetivo hacia el que apunto. Dimos una clara definición del desgarra miento de la libertad en la conciencia, en Tirso de Molina... Y como resultado de esto dimos al mundo más de veinte naciones al otro lado del mar, donde sus habitantes eran declarados hijos de Dios y hermanos nuestros. Por eso pudieron seguir viviendo.

No estoy tratando de hacer la alabanza de España ni la justificación de nuestros méritos -habrá que pensar también en los muchos defectos-, sino de apuntar hechos: España fue así, defendió estas cosas y sostuvo esta línea de pensamiento. Con toda lógica, España se convirtió en el gran obstáculo para la otra corriente europea que cristalizaba, a través de Martín Lutero, en la que llamarnos protestantismo. La oposición española al luteranismo nunca fue circunstancial, producto de coyuntura, sino esencial, radical, profunda. ¿Cómo podría cualquiera de los maestros de Salamanca -y pienso en fray Luis de León- comulgar con las ideas de Lutero que llamaba a la razón "esa prostituta"? Nosotros estábamos entre tanto afirmando y defendiendo la idea de que el destino del hombre es una tensión hacia el futuro, con esperanza, mientras luteranos y calvinistas sostenían que la vida no es sino un círculo en que el hombre se devora a sí mismo, sin esperanza, a menos de que haya sido previamente elegido, designado por Dios para La salvación.

Del luteranismo nació después el racionalismo, pero no el que pone la razón al servicio del hombre, sino, al contrario, somete al hombre al imperio de la razón, a la que deifica. Y así llegará un día en que "un hombre nefasto en la historia, que se llamó Juan Jacobo Rousseau" - ¿os acordáis de esta frase?-, dirá que el hombre encerrado en sí mismo, no se trasciende, ni mejora, y que la verdad no es la verdad, y que la libertad nada tiene que ver con la verdad que no existe, porque una y otra dependen únicamente del número de. votos, cantidad que puede ser sumada o añadida. Y he aquí que el mundo ha aceptado una pretendida verdad tan monstruosa como ésta: doscientos mil tontos sumando sus votos edifican un ente de razón, mientras que veinte inteligentes tienen que renunciar a defenderla.

La lucha de España fue una batalla de gigantes. Voy con mucha frecuencia a El Escorial. Confieso que experimento una gran emoción cuando, bajo aquellas bóvedas, contemplo, en silencio y soledad, la medida racional de un hombre, Felipe II, que vino a ser como la condensación de estas ideas en esfuerzo político. Luchamos los españoles por la razón de la razón, y perdimos... Acaso nos sirva de consuelo pensar que perdimos por poco. En 1634 el cardenal-infante don Fernando aplastó en Nordlingen a los suecos, y por un instante llegó a creer que el luteranismo iba a desaparecer. Fueron años curiosos, de esfuerzo enorme, desmesurado acaso a la realidad material de España. Como una de mis más emotivas experiencias de historiador, recuerdo un día en el Archivo de Simancas, cuando encontré la carta en que el marqués de Mirabel, embajador en París el año 1635, al comenzar la guerra fina con Francia, relataba a su Rey los azares de su salida de la capital, cuando sólo y sin escolta, corría hacia el norte los caminos que empezaban a poblar los soldados en armas. Detenido por una patrulla gritó España, y le contestaron con la misma voz: eran las vanguardias del cardenal infante, que marchaban sobre París.

Sí, pero perdimos. En 1640, por el esfuerzo excesivo, España se rompió. Fue el Corpus de sangre de Barcelona. Perdimos y, como consecuencia de esta derrota, se impuso a Europa la filosofía del inmanentismo radical, aquella que ve en el hombre un individuo; en la verdad, un estado de opinión, y en la existencia, sólo una consecuencia del pensar. A partir de entonces la forma de Estado que España practicaba y defendía fue socavada y combatida. Las Monarquías adquirieron la primera de las dos grandes enfermedades: se hicieron absolutistas, cosa que resulta paradójica en una Monarquía. Al reducirse el hombre a individuo, reconociéndose en él una libertad meramente cuantitativa, sin que se le ofrecieran objetivos que le trascendiesen, no le quedaban sino dos opciones y ambas económicas: producir dinero o tomar lo. Lo primero es meta del capitalismo. Lo segundo, del socialismo. Pero no nos engañemos porque capitalismo y socialismo no son sino sentidos opuestos dentro de una misma dirección. Ninguna de ambas cosas puede calmar las ansias de un espíritu español.

Durante casi dos siglos pareció que España estaba dispuesta a encerrarse en sí misma, como si hubiera perdido la energía inicial y la capacidad de lucha. Era la gran vencida. Tanto que aceptó con reyes extranjeros fórmulas extranjeras para sus instituciones. Es verdad que de cuando en cuando sorprendía con gestos como los de 1808 ó 1833, que eran, sin embargo, como zarpazos de una fiera herida, que desgarra a sus propios hijos porque se resiste a morir. Para las minorías de políticos dirigentes no parecía haber otra solución que copiar lo que de fuera nos decían. Copiando, estábamos irremisiblemente condenados a llegar tarde, perdiendo lentamente lo que aún quedaba de enorme patrimonio nacional.

Del fondo de los sentimientos españoles se alzaban voces de advertencia. Todavía en el siglo XVIII el Padre Isla o Feijoo advertían contra la manía pueril de las imitaciones: era España la que tenía que encontrarse a sí misma. No ha sido sino desde mediados del siglo XIX que ha llegado a construirse en España una línea coherente de pensamiento, línea que ahora se trata de enmascarar asignando a los hombres calificativos políticos de división. Me niego en redondo a someter nada de esto a las mezquinas divisiones cartesianas que impusiera un día la Asamblea Legislativa de la Revolución francesa: colgar sobre los hombres de genio etiquetas que no sirven para otra cosa sino para ser destruidas cuanto antes.

La línea empieza en Balmes, uno de los filósofos más clarividentes que ha producido Europa, muerto muy joven y en un país que no tenía la fuerza política suficiente para imponer el respeto a sus pensadores. Pues Balmes, que murió precisamente en 1848 y no pudo, por tanto, conocer el Manifiesto Comunista, explicó con clarividencia algo de lo que aguardaba a Europa en los próximos años cuando la corriente del nominalismo, aniquilaba a la libertad racional. Vino después Donoso Cortés para recordar de qué manera la libertad del hombre está indisolublemente ligada a su conciencia moral, y que si los españoles habían sido capaces de defender durante muchos siglos esa forma de libertad personal, ello se debía a su posesión de una profunda capa religiosa. Habría que saltar de unos nombres a otros, dejando fuera a la inmensa mayoría, por falta de espacio y de capacidad de quien os habla. Dramas como el de Ganivet, que no pudo soportar el espectáculo de su patria postrada. Voces como la de don Marcelino Menéndez y Pelayo, que descubrió -y anunció que la unidad de España responde a un eje central, hecho de carne, de sangre y de espíritu -sobre todo de espíritu, romano y cristiano-, recordando que si un día esto llegara a perder- se volveríamos al cantonalismo de los arévacos o de los vetones, o al de los reinos de tarifas. Pues en eso estamos: espero que, de un momento a otro, se ordene a todos los que habitamos en Madrid que empecemos a llamarnos carpetovetónicos.

Y en una generación más próxima a la nuestra estuvieron Unamuno, Ortega y Morente. Unamuno, que reclamaba la españolización de Europa, Ortega, que nos recordó siempre que España estaba en trance de vertebrar Y, sobre todo, García Morente, el filósofo que tuvo experiencia directa de un encuentro con Dios, y que descubrió que la Hispanidad, definida antes por Maeztu, es una intrahistoria, un modo de ser característico y un conjunto de valores. Todo esto, sobre lo que se tiende hoy un manto de silencio, es lo que nutre las corrientes de acción y de pensamiento en julio de 1936.

Desde el punto de vista político tendríamos que retroceder de nuevo, en el tiempo, hasta aquella Monarquía absolutista, que perdió su legitimidad en un motín callejero el 19 de marzo de 1808 y su propia estructura, otro 19 de marzo de 1812, cuando se le otorgó la primera Constitución constituyente. Por cierto que el pueblo español que, acaso, no sabe mucho de otras cosas, pero tiene un peculiar olfato para la pedantería, llamó a esta Constitución la Pepa, por el día del santo, y convirtió su vitoreo en un grito jocoso. A fuerza de no encontrarse a sí misma la Monarquía sucumbió. Y vino la primera República, con sus autonomías cantonales que permitieron a Cartagena declarar la guerra al Imperio alemán y a Sevilla reclamar acto de sumisión de los de Carmona, que éstos negaran... Y la Restauración asentada sobre un formalismo parlamentario que se apoyaba en los caciques. Y la segunda República, que muchos de nosotros vivimos. Y al final pareció que España se desintegraba definitivamente...

¿Recuerdan todavía aquella terrible mañana del 19 de julio? Cuando España era como fondo de calidoscopio, ruptura de la realidad en un cuadro abstracto. Bajaban los requetés de los montes a la plaza mayor de Pamplona. Hervían los falangistas en Valladolid. Ya era Madrid la presa de las brigadas del amanecer. Se repetían en nuestros buques de guerra las escenas del acorazado Potemkin, según la película de Eisenstein que, precisamente, se proyectaba en aquellos días. La violencia estallaba porque media España no quería morir a manos de la otra media ni someterse a la dictadura del marxismo. Pues bien, en medio de la locura, un hombre vestido de paisano por respeto al territorio extranjero que sobrevolaba, iba hacia Tetuán. Y. al llegar al aeropuerto un teniente coronel, el "rubito" Sáez de Buruaga, le recibió con el gesto normal que indica la tabla: "Sin novedad en Marruecos, mi general." Aquel hombre era Francisco Franco, que había tomado sobre sí la responsabilidad de rehacer la unidad de España. Y lo consiguió. Y sucedió entonces que con el mero hecho de la restauración de esta unidad, a partir de aquel día, los españoles comenzaron a ver que las cosas estaban siendo cada vez menos malas. Hasta que llegó la hora en que empezaron a ser mejores. Y España se situó en el sexto lugar de los países del mundo... España, unidad, es en si una fuerza tan poderosa, que es comprensible que sus enemigos busquen el modo de dividirla.

Hace días tuve una pesadilla y no resisto a la tentación de contarla. Habían proyectado en televisión ese viejo film de Frank Capra, "Qué bello es vivir", en que un hombre decide suicidarse porque llega a creer que su presencia en el mundo es contradictoria para los demás; hasta que un ángel le convence de lo contrario. Pues bien, en la profundidad de mi sueño me veía en una ciudad extraña, con calles retorcidas, como son los zocos de Damasco o de Jerusalén. Y un ángel me dijo: "No te extrañes. España no ha existido y la Medina de Magerit no es Madrid." "Pues mejor me valdría vivir ahora en América." Y dijo el ángel: "No te gustaría; no hay en ella vestigios españoles, ni catedrales, ni indios; los pocos que aún sobreviven están encerrados en parques naturales, como jardines zoológicos." "Pues entonces, vamos a Viena." Y replicó el ángel: "Viena es una pequeña ciudad de provincias; no olvides que no estuvo en Nordlingen el cardenal infante don Fernando, y sucumbió, y fue entregada a un príncipe luterano para su transformación. "Pero, entonces, ¿Beethoven?" "insistió, " refieres acaso al maestro de capilla del arzobispo de Colonia? Murió, como su padre, alcoholizado. Pero eso que tú estás pensando nunca tuvo lugar. No hubo para él ocasión de pasear por el Prater de Viena una mañana de mayo escuchando el canto de los pájaros. La Sinfonía Pastoral no existe..."

Entonces desperté. ¡Qué sueño tan ridículo!, me dije. Pero en el silencio de la noche estuve pensando despacio: ¿será posible que los españoles de hoy nos hayamos vuelto tan insensatos como para renunciar a todo esto, qué fuimos y qué somos, para retornar a la España tribal de los tiempos antiguos? Confieso que experimento profundo sufrimiento cuando contemplo los esfuerzos que hoy día se hacen para borrar los signos de la unidad española y del profundo secreto de la hispanidad. Que nadie se engañe a este respecto: todos nosotros, españoles, queramos o no, somos responsables ante Dios y ante la Historia de la herencia espiritual que hemos recibido. El primero de los principios del Movimiento no inventaba nada; sólo pretendía recordarnos que ser español, antes que un derecho, constituye un deber del que los votos de un Parlamento no pueden eximir. Y de los deberes morales se responde ante Dios, al final de la vida, seamos o no conscientes de ello..

Luis Suárez, www.arbil.org


miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Quién redactó el “Cara al sol”?




El Cara al Sol es el himno de Falange Española de las JONS, pero el Cara al Sol no es sólo y esa es parte de su grandeza, el himno de los falangistas, pues en esta canción de amor y de guerra, de revolución y de esperanza, caben todos los españoles que piensan que el amor a la Patria es la entrega magnánima que funde todos los intereses particulares en el interés general.

El Cara al Sol es también el himno de los españoles que sin ser falangistas, están en contra del separatismo clasista, del de los partidos políticos y del de las regiones. Es el himno de los españoles que luchan con idéntica energía frente al capitalismo y al marxismo, frente a la derecha y frente a la izquierda.

El Cara al Sol simboliza la lucha por la Patria, el Pan y la Justicia para todos los españoles, pero sobre todo para aquéllos que, por carecer de Pan y de Justicia, no pueden reconciliarse con la Patria.

I. SU NACIMIENTO

La primera referencia a la necesidad de un himno para la Falange, de la que se tiene noticia, data del 17 de noviembre de 1935, cuando, a la finalización del grandioso mitin del Cine Madrid, al que habían acudido unos 12.000 falangistas, Bravo comentó con José Antonio sobre lo necesario que era contar con un himno para cantar al final de tales actos.

Ni dos semanas después, al día siguiente de asistir al estreno de la película ‘La Bandera’, en casa de María Jesús Mora y en compañía de Rafael Sánchez Mazas, José María Alfaro y Dionisio Ridruejo, José Antonio los citó para el día siguiente en la cueva del Or Kompon, con la ya famosa frase: “si falta alguno, mandaré que se le administre ricino”.

Al día siguiente, 3 de diciembre, se reúne la escuadra de poetas compuesta por el propio José Antonio, José María Alfaro, Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo, Pedro Mourlane Michelarena, Jacinto Miquelarena, Rafael Sánchez Mazas y el Marqués de Bolarque, junto al maestro Juan Tellería, autor de la música y al que apodaban 'el músico'.

El lugar de la reunión era la cueva del Or Kompon, un bar vasco situado en la calle Miguel Moya, decorado con acuarelas de paisajes vascos, con prados, bueyes, caseríos y lugareños con boina, curas con paraguas y pelotaris.

A la puerta del local quedaron Agustín Aznar y Luis Aguilar montando guardia, siguiendo las instrucciones de José Antonio, no ya para que nadie entrara, sino para impedir que los presentes abandonaran la estancia hasta haber cumplido la misión.


Inmediatamente, el Maestro Tellería se puso al piano para interpretar la música del himno que había compuesto, en el órgano de la pequeña iglesia de la villa guipuzcoana de Cegama, y despertar la inspiración de los reunidos.

El propio José Antonio dio las pautas: “nuestro himno debe ser una canción alegre, exenta de odio, pero a la vez de guerra y amor. Haremos una estrofa a la novia, después una alusión a la guardia eterna en las estrellas y, luego, otra a la victoria y la paz”.

Dando ejemplo, el Jefe ya llevaba dos versos compuestos, los que dicen: “traerán prendidas cinco rosas, las flechas de mi haz”.

Los autores de la primera estrofa fueron José Antonio, Alfaro y Foxá; estrofa que, tras una ligera lima y revisión por parte de Sánchez Mazas, que actuaba como crítico, quedó como se conoce:



“Cara al sol, con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.”
La segunda estrofa costó bastante más trabajo y fue obra de José Antonio y Ridruejo, pero con el ajuste final de Foxá, ya al día siguiente:

“Formaré junto a los compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán”.

Idealización de la Composición


Para Ridruejo, los versos que siguen y que sirven de unión entre la segunda y la tercera estrofa se deben a Foxá, ayudado por Alfaro; sin embargo, para el propio Foxá, son obra de José Antonio. De uno u otro, los versos son los ya conocidos:


“Si te dicen que caí,
me fui
al puesto que tengo allí”.
La tercera estrofa dio menos problemas. Los dos primeros versos se deben a la inspiración de Dionisio Ridruejo:

“Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz.”
Los dos siguientes, fueron los que José Antonio ya llevaba preparados:

“Y traerán prendidas cinco rosas,
las flechas de mi haz.”
Los versos finales, los que tenían que hablar de la victoria y de la paz, se debieron a Alfaro:

“Volverá a reír la primavera”
Y a Pedro Mourlane, que hizo el segundo de los versos:

“Que por cielo, tierra y mar espera.”
José María Alfaro fue quien remató tan bella creación con los dos versos finales que llamaban a la exaltación de España y de la Falange:

“¡Arriba, escuadras, a vencer!
¡Qué en España empieza a amanecer!”


A continuación, la enorme tensión acumulada, tanto por el arduo trabajo realizado, como por la enorme responsabilidad soportada, se relajó y todos brindaron con unas copas de Jerez por el nacimiento del Himno de Falange Española, conocido, desde entonces, como “Cara al Sol”.

Durante los días sucesivos, se hicieron varias pruebas en la Ballena Alegre, hasta que quedó perfectamente ensayado.

Según parece, se cantó por primera vez en público, acompañado de clarinetes, al término de la comida tras el mitin celebrado el 29 de diciembre de 1935 en la localidad conquense de Quintanar del Rey.

Sin embargo, según Francisco Bravo, siguiendo a Dionisio Ridruejo, el Cara al Sol fue cantado oficialmente en el Mitin del Cine Europa de Madrid, el 2 de febrero de 1936.


La partitura original de Juan Tellería fue registrada por éste con el título 'Amanecer'.

II. AVATARES

Poco tiempo después se cernió sobre España el manto de la barbarie frentepopulista, con el impune asesinato de decenas de camaradas y los arbitrarios encarcelamientos de más de dos centenares, de entre los más destacados, mandos provinciales, territoriales y nacionales.

Al carecer de una edición impresa o fonográfica del Himno, ante la negativa general por parte de los editores, el Himno de Falange fue sufriendo cambios, mutilaciones y todo tipo de desviaciones.

Si el Himno no se perdió fue gracias a Angela Ridruejo, Jefa Provincial de Segovia de la Sección Femenina, que había recibido de manos de Pilar Primo, uno de los ejemplares originales, durante una de sus visitas de inspección.

Este ejemplar salvado, sirvió para que Dionisio Ridruejo lo llevara a Valladolid, para ser finalmente editado.


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Requetés: de las trincheras al olvido

La Esfera de los Libros publica esta obra antropológica de Pablo Larraz y Víctor Sierra-Sesumaga, que recoge testimonios de viva voz de 65 supervivientes, 450 fotos inéditas y abundantes cartas.


HO.- Los requetés son los carlistas que lucharon en la Guerra Civil. Normalmente se les asocia a Navarra y el País Vasco, pero hubo requetés en todas las regiones españolas y fue un gallego el que estuvo presente en la reciente presentación del libro 'Requetés, de las trincheras al olvido', editado por La Esfera de los Libros. "Éste es un libro irrepetible. Hoy no se podría hacer. Ya quedan muy pocos supervivientes de aquella época, y todos son muy mayores", dice Pablo Larraz Andía, que ha trabajado en este manuscrito los últimos 12 años de su vida, primero en solitario, y luego ayudado por Víctor Sierra-Sesumaga .


Es esta una obra antropológica, fruto de 20 años de seguimiento y de trabajo de campo, que recoge los testimonios de viva voz de 65 supervivientes, voluntarios de primera línea, enfermeras en hospitales de guerra, cautivos, evadidos, heridos en combate, mujeres de la retaguardia… personas que 70 años después también aportan su propia visión de eso que ahora llamamos “memoria histórica”. Se incluyen además 450 fotos inéditas del frente y de la época y se enriquece con abundantes cartas. Tal cantidad de información han dado como resultado un voluminoso libro, tamaño álbum, de casi 1.000 páginas que pesa más de cuatro kilos.

El término "requeté" viene de las guerras carlistas del siglo XIX. El origen es incierto. Luis Hernando de Larramendi, vicepresidente de la Fundación Ignacio Larramendi e impulsor de la obra, cuenta que la primera vez que aparece documentado fue en una cancioncilla: "tápate, tápate, que se te ve el requeté".

Queda poca cosa de aquella milicia carlista. Durante la Guerra, el carlismo sufrió el embate de la unificación que arruinó su estructura propia, también la muerte de D. Alfonso Carlos de Borbón que murió atropellado en Viena en octubre del 36 y el cierre de los periódicos carlistas. Su vigencia, considera Larramendi, no está vertebrada, pero queda la esencia del sentimiento: conservar lo mejor del pasado y proyectarlo hacia el futuro para seguir creando sin destruir nada de lo que se ha mostrado válido. Aunque afirma que "en este momento, estamos un poco desarbolados".

De los 205 protagonistas con los que hablaron los autores antes de hacer la selección definitiva, la mitad ya han fallecido. "Éste no es un libro político ni ideológico; es una obra que reivindica la humanidad de estos personajes, la mayoría de ellos muy idealistas, que lucharon en el frente y que han sido injustamente silenciados o menospreciados, tanto por los vencedores como por los vencidos", dice Pablo Larraz.

También el régimen de Franco los atacó, ya que resultaban incómodos: los carlistas querían un rey, no una dictadura militar; y de hecho, en 1945, tal como recuerda Pablo Larraz, fueron encarcelados 2.000 carlistas -en gran parte, ex combatientes- por repartir propaganda.

Tópicos

En la Guerra Civil se apuntaron 60.000 voluntarios carlistas, además de numerosas mujeres en la retaguardia, en los 42 Tercios de Requetés, de los que tan sólo 19 eran navarros o vascos. Éste es uno de los tópicos contra los que quiere luchar el libro. Hubo requetés en toda España.

El otro tópico es su origen. "Había muchos labradores. La mayor parte de los requetés eran gente humilde que tenía una concepción tradicionalista y religiosa de la vida", señalan los autores. Este trabajo necesario tiene un ilustre precedente: Ignacio Hernando de Larramendi, un requeté madrileño que luego se convertiría en el gran empresario que relanzó Mapfre y que así lo contó en un libro.

Fue precisamente su hijo quien, mediante la Fundación Luis Hernando de Larramendi, se hizo eco de esta idea, y se la encargó a Pablo Larraz. 'Requetés, de las trincheras al olvido' cuenta con el apoyo de dos prestigiosos historiadores: Hug Thomas y Stanley G. Payne.
Éste último señala en el prólogo: "En los últimos años se ha hablado mucho de lo que se ha llamado la memoria histórica, aunque lo que se indica normalmente por este término no tiene nada que ver ni con la memoria ni con la Historia. La verdadera memoria es un recuerdo individual de las personas que han vivido y pasado por una experiencia determinada. No es una cuestión de eslóganes ni inventos políticos. Este libro sí trata de la verdadera memoria histórica...".